Pulso de la desigualdad: La polémica que en las últimas semanas ha propiciado la presentación oficial del #CCChapultepec no cede. El proyecto como sabemos plantea la recuperación, rehabilitación y reanimación la avenida Chapultepec por medio de la implementación de un programa que entre otras cosas requiere la construcción de sendas estructuras elevadas sobre la avenida y desde las cuales se organizarán áreas verdes, áreas comerciales y soportes para actividades culturales. Igualmente esta estructura, se señala, articulará la vinculación entre las colonias Roma Norte y la Zona Rosa. La iniciativa ha sido cuestionada tanto por las soluciones urbano-arquitectónicas, por los esquemas comerciales que involucra (entorno a los cuales se define la naturaleza de los espacios públicos), por el modelo de inversión sugerido, así como por la posible falta de transparencia y por la negativa a integrar mecanismos eficientes de consulta y participación ciudadana. Pero dentro de esta discusión ¿ante qué estamos, de qué somos testigos? -Muchas de las críticas y aventurando una síntesis, han enfatizado que el #CCChapultepec, al igual que muchos otros proyectos o iniciativas en la ciudad, entra en directa colisión con los derechos al bien común, a la democracia y con el derecho a la ciudad. Hasta ahí, no tengo desacuerdo.
México es un país extremadamente desigual, es posible acceder a diversos informes que revisan y exponen esta situación de manera profunda y sistemática. Me referiré sobre la desigualdad de manera esquemática, espero no superficialmente. Al momento de hablar sobre desigualdad es frecuente asociarla y de manera casi inmediata con una desigualdad de naturaleza económica, referida en lo específico con la disparidad en el ingreso, con las diferencias abrumadoras en la repartición de riqueza. Pero la desigualdad es un fenómeno que también se expresa, por ejemplo, en el ejercicio de diversos derechos, como los referidos a contar con vivienda, educación o salud, igualmente se expresa sobre otros derechos relativamente más complejos como por ejemplo la desigualdad en el ejercicio de la democracia, en el acceso a la justicia o desigualdad en el derecho a la ciudad.
Hablar del derecho a la ciudad refiere, entre otras cosas, a poder gozar dentro de una extensión delimitada tanto físicamente como políticamente, de una interacción social consensuada y tolerada. El derecho a la ciudad trata del derecho de todos a incidir en la creación, mantenimiento o transformación de la misma ciudad o centros urbanos, buscando responder con ello a las necesidades más apremiantes y comunes. Y sí, en buena medida la ciudad, al igual que la democracia, acuden a la idea política profunda de igualdad. Así como todos los habitantes de las ciudades y centros urbanos deben tener los mismos derechos para configurar y construir las ciudades que requieren o necesitan. Por otro lado, el modelo de democracia en el que estamos indica que una persona significa un voto, una opinión con el mismo valor o importancia que el de los demás. El fenómeno de la desigualdad altera profundamente lo anterior. Así, tanto el derecho a la ciudad como a la democracia es parcial y desigual, algunos -regularmente muy pocos- tienen una opinión y un voto con preponderancia sobre el de los otros, algunos deciden sobre los intereses de la mayoría. ¿A qué se debe la existencia de esta desigualdad? ¿Cuáles son los motivos o causas?
¡Eureka! Las diversas críticas, discusiones, revisiones y análisis del #CCChapultepec han propiciado, considero, la mediatización de una serie de razonamientos que superan al proyecto mismo. Y ha sucedido que desde el #CCChapultepec muchos se han permitido reconocer una realidad, que además de ser nuestra, es simple y contundente: que vivimos en una sociedad donde la desigualdad es su máximo e incesante referente. Así, desde los diversos esfuerzos en revisar la naturaleza arquitectónica, urbana, económica o política del #CCChapultepec paralelamente se deduce que el sistema social en el que estamos es profundamente inequitativo y el cual se fundamenta en discriminar la capacidad de grupos sociales al momento de ejercer y gozar diversos derechos elementales. Igualmente con el #CCChapultepec se deduce que ese sistema inequitativo, además ofrecido siempre como factor de desarrollo, permite que un muy reducido grupo continúe en su búsqueda de mayores utilidades o beneficios a costa de una repartición de riqueza extremadamente desigual. Y por último con el #CCChapultepec se deduce que en nuestro sistema social desigual ese muy reducido grupo somete, manipula o supera las voluntades de gobiernos, autoridades y leyes con el fin de favorecer, nuevamente, la generación y acumulación dispar de riqueza.
Pero regresamos a las preguntas antes planteadas: ¿A qué se debe la existencia de esta desigualdad? ¿Cuáles son los motivos o causas? Thomas Piketty, en el libro El capital en el siglo XXI, ofrece una respuesta determinante: el sistema capitalista es el responsable directo de la desigualdad. Y en efecto, sucede que la versión actualizada del capitalismo, el neoliberalismo, se fundamenta en la desigualdad social por que le es necesaria para la generación de riqueza. Así la tasa de beneficios del capital es sistemáticamente mayor siempre que la tasa de crecimiento de las economías, y que son justamente las economías las que sustentan los beneficios de la mayoría de las personas. Es decir, la naturaleza del sistema capitalista ofrece una tendencia siempre a la desigualdad. Con lo anterior la impronta de la desigualdad direcciona a muchas de las críticas y discusiones sobre el #CCChapultepec, aun cuando no lo acepten o no lo sepan aquellos que las han pronunciado, los señalamientos de fondo no tratan sobre la ineficacia de promotores o autoridades, tampoco sobre las deficiencias técnicas del proyecto. La discusión posible y necesaria está anclada al modelo de sociedad capitalista en el que estamos inmersos, ya que éste al ser un sistema de ordenamiento económico, social e ideológico somete y prescribe en virtud a sus intereses a la mayor parte de actividades profesionales, evidentemente incluyendo a arquitectos y urbanistas.
¿Y qué es entonces urgente revisar, criticar, discutir? ¿Qué aspiración de modificación es pertinente? ¿Lo formal, lo aparente o aquello de carácter sistémico que lo determina y define?
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