miércoles, 26 de agosto de 2015

La Reforma Educativa que no llega al aula


Por medio de un comunicado, la Secretaría de Educación Pública (SEP) informó que el pasado lunes 24 regresaron a clases en todo el país 25 millones 900 mil alumnos y un millón 200 mil profesores de educación básica. Dentro del mismo comunicado la dependencia federal precisó que la matrícula para el ciclo escolar 2015-2016 en el nivel preescolar asciende a cuatro millones 852 mil 242 alumnos. En lo que respecta a primaria, la matrícula es de 14 millones 257 mil 501 alumnos, y en secundaria, seis millones 852 mil 429 alumnos. El inicio del nuevo ciclo escolar se dio en las 228 mil 269 escuelas del país, cifra que incluye planteles de educación preescolar, primaria, secundaria y tanto públicas como privadas. Igualmente recordemos que son diversas las controversias que arropan el inicio del mismo ciclo escolar 2015-2016; tanto la renovación del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y las acciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), los profesores en paro en diversos estados del país por la Reforma Educativa y la evaluación docente y por si fuera poco, la especulación sobre posibles cambios en la SEP en razón al estado de salud de Emilio Chuayffet, aun cuando reapareció en Guerrero igualmente el lunes dentro de evento oficial.

Otro asunto que invariablemente hará presencia en el inicio del ciclo escolar es el referido a las condiciones de las escuelas en México. El estado físico de las escuelas o de la infraestructura educativa es uno de los tópicos que pretende abarcar la Reforma Educativa, ya que por medio de las aulas, de explanadas y patios, o desde los talleres y laboratorios así como de los servicios básicos que le dan soporte, sanitarios, drenaje, internet, energía eléctrica o bebederos, se representa el contexto desde el cual los niños del país deberían adquirir algún tipo de instrucción o formación. Y es también, desde la naturaleza y condición de las escuelas, como se reconoce y ha reconocido de alguna manera al Estado Mexicano. Resulta que el estado físico de las escuelas en México -y en el mundo- constituye un importante indicador en cuanto a la calidad educativa, y para nuestro caso, el estado actual de las escuelas se ofrece como una prueba del olvido a la que han sido sometidas por años y también, sitúan en dura revisión, las acciones del actual Gobierno Federal para intentar revertirlas por medio de la Reforma Educativa.

Y ¿en qué condiciones inician clases los alumnos y profesores? El estado físico de las escuelas en México es abrumadora, cruda y vergonzosa, así lo expuso el primer Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial (CEMABE), realizado en 2013 por el INEGI bajo encargo de la misma SEP. De las 228 mil 269 escuelas que albergarán a más de 25 millones de alumnos en el ciclo escolar, el Censo reveló que el 27.72% de esos planteles, es decir 57 mil 567, no cuentan con acceso a la red de agua potable, 23 mil 283 no cuentan con servicios sanitarios, 20 mil 111 sin servicio de energía eléctrica, 2 mil 241 escuelas están hechas con  materiales precarios, 14 mil 444 no cuentan con pizarrones, 81 mil 718 están sin drenaje, 45 mil 837 operan sin áreas deportivas o recreativas, 125 mil 552 sin teléfonos, 123 mil 511 sin conexión a Internet, 96 mil 310 sin rampas para personas con discapacidad.



El duro diagnóstico de la condición física de los planteles escolares está dado hecho, si la Reforma Educativa buscaba ser consecuente con sus mediatizados objetivos, referidos a mejorar la calidad de la enseñanza, incluyendo evidentemente una mejora en el estado de las escuelas, el programa de acciones en ese rubro era básico: Implementar un gran programa integral y eficiente de construcción, rehabilitación, ampliación, mejora y equipamiento de las escuelas. La realidad es otra, actualmente las acciones programadas por la Reforma Educativa en relación a mejorar el estado actual de miles de escuelas en el país son apenas esquemáticas, plenamente insuficientes. Con base a lo anterior solo es posible advertir dos escenarios: Primero, que los Programas Federales “Escuelas de Calidad”, “Escuelas Dignas” y “Escuelas de Excelencia” deberán incrementar, con el fin de alcanzar una cobertura total y antes del 2018, en un 300% los $11,000 MDP anuales destinados a la rehabilitación y mejora de escuelas en el país, es decir pasar de 10,000 escuelas atendidas a más 30,000 por año; que el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED) deberá ofrecer mecanismos que aseguren el conveniente y transparente ejercicio de los recursos asignados y que deberá, además, optimizar, eficientizar e innovar técnicamente las acciones de atención a realizarse en cada plantel. O segundo, que el Gobierno Federal acepte que las condiciones insuficientes de la infraestructura de miles de escuelas pone en evidencia el mal diseño de la Reforma Educativa, ya que ésta es incapaz de atender y resolver las problemáticas del rezago físico en las instalaciones escolares del país y no es posible cubrir los requerimientos necesarios -y básicos- para alcanzar la tan citada calidad educativa.

La decisión que tomarán aún está en el aire, pero ya en varios medios se señala como posible que el gobierno cancele para el próximo año los programas “Escuelas Dignas” y “Escuelas de Calidad”, con lo cual se estaría comprobando -y de facto- un nuevo fracaso de la política educativa, ahora buscada desde la Reforma.

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