martes, 28 de octubre de 2014

jueves, 23 de octubre de 2014

El edificio y la institución en llamas





Me han impresionado profundamente las imágenes recientes de los incendios, tanto del Palacio de Gobierno de Guerrero como el de la Alcaldía de Iguala. La honda indignación y la exigencia de justicia a los tan lamentables y desproporcionados acontecimientos relacionados con el asesinato y desaparición de los estudiantes normalistas en manos de autoridades locales, vinculadas con la delincuencia organizada, han restado atención a una serie de signos, evidentes, dentro de la crisis social e institucional que hoy vivimos. El incendio de edificios que están en función de instituciones públicas, instituciones de gobierno, representa algo que aún no podemos reconocer o dimensionar en cuanto a su alcance final. Me refiero con lo anterior, que dentro de las múltiples lecturas posibles a estos acontecimientos, el incendio está soportado justamente por la rabia y la indignación. Pero insisto, pueden expresar más.

Acudiendo a una esquematización, las instituciones, las de carácter y vocación pública, administradas por el poder político son mecanismos de orden que intentan atender, homologar y normar las necesidades y el comportamiento de un grupo social específico, adscrito este mismo grupo a una comunidad, a un municipio, a un estado o un país. Estas instituciones, en dicho sentido, trascienden los intereses personales al plantearse dentro de un propósito en teoría considerado como un bien común. Se trata, por medio de la creación y puesta en funcionamiento de las instituciones públicas y de gobierno y en términos generales, de hacer real el proyecto de una sociedad y mantener su funcionamiento. Bajo el anterior esquema, las instituciones públicas son mecanismos que definen la mayor parte de comportamientos y fenómenos tanto políticos, sociales, económicos, culturales o de cualquier otra índole.

Pero la naturaleza de las instituciones públicas está en un plano subjetivo, es decir para que las instituciones operen o se instrumentalicen requieren de una serie soportes objetivos, físicos.

Uno de los múltiples vehículos objetivos que dota a la institución pública de capacidades y posibilidades de regir y ofrecerse a un grupo social específico, es la arquitectura desde elementos físico-construidos. Las obras de arquitectura, en buena medida y desde una perspectiva que supera su connotación posible de significado actual o común, es cifra de determinadas instituciones públicas. Buena parte de las obras de arquitectura sin el referente de la institución pública no representan mucho, es una idea que no puede operar dentro de los márgenes de cualquier sociedad, primitiva o altamente evolucionada, la arquitectura sin el referente institucional público acude a una negación total de cualquier esquema civilizatorio. La naturaleza misma de las instituciones públicas dota de legitimidad y virtud a diversos elementos físico-construidos, a obras de arquitectura. Así mismo, la institución pública no es necesariamente un lugar o una instancia física, las obras de arquitectura deben acudir a la figura de institución no para suplantar sus funciones, si para representarlas, esquematizarlas o hacerlas operativas.

Si las instituciones públicas dentro de nuestro país no operan o presentan severas inconsistencias en su funcionamiento, en su accionar, en sus alcances y fines irremediablemente no existirán condiciones para esperar que aquellos vehículos físicos-construidos puedan hacerlo. En este punto adquiere relevancia lo argumentado inicialmente, el incendio de edificios públicos en el Estado de Guerrero no necesariamente representa un hecho más de malestar social, no es únicamente una señal de resentimiento ante un entramado institucional abiertamente deficiente, representa el sentir de un sector social que reconoce e identifica a elementos físico-construidos como uno de los estadios de las instituciones públicas. Las cuales hay que destruir, cancelar, modificar o transformar.

Recordemos el valor asignado dentro de diversas culturas al fuego, este ha representado justamente la instancia adecuada -o necesaria- para el cambio.

miércoles, 22 de octubre de 2014

El programa y proyecto social / político inaplazable


El asesinato de los normalistas por parte de autoridades y crimen organizado en Iguala, es una respuesta a la amenaza supuesta por un grupo de jóvenes estudiantes socialmente organizados, quienes confiaban en la manifestación social y pública como vía para presionar a autoridades corruptas, ligadas a crímenes y narcotráfico.

Los actuales y múltiples señalamientos, reiterativos, sobre la descomposición institucional y social de México nunca serán excesivos, nunca banales. La indignación, el hastío o el desprecio hacia la clase política, empoderada de la totalidad de instituciones de gobierno y su operar, representan un vínculo entre una consciencia social, ahora amorfa y desconfiada, que aspira a ser desvelada como realidad de transformación y renovación social. No sabemos en este instante, cosa que resulta desolador, desde qué ámbito ideológico, desde qué programa y qué proyecto social y político, habrá que esperar. México es un país de dramas y problemas profundos, un país roto socialmente. Muchos de estos problemas al parecer actuales, dibujan diversas coyunturas que nos ahogan en la cotidianidad con su crudeza o brutalidad. Otros, de vieja data, arrastrados de tiempo atrás, heredados, están ahí confusos en espera de algún tipo de justicia o consideración. Tanto actuales como históricas, las problemáticas sociales y políticas hoy dramáticamente reventaron, todas estando correlacionadas en diversas situaciones y prácticas, tienen como síntesis incuestionable a la impunidad, la corrupción, la falta de rendición de cuentas y la ingobernabilidad.

Pero ¿Cómo llegamos hasta aquí? -Es muy difícil resumir un largo y complejo proceso, el mismo que cobija las múltiples crisis que nos asfixian socialmente. Sin embargo puedo señalar que las políticas neoliberales, llamadas de desarrollo económico y social asumidas por el deficiente sistema político mexicano e impuestas bajo el interés de países hegemónicos e instituciones internacionales, tienen una responsabilidad y un rol determinante. Estas políticas, definidas y mediatizadas como reformas, en México como en el resto de países del llamado tercer mundo, han agudizado el subdesarrollo, han incrementado el poder político y económico de una élite y han propiciado una brutal desigualdad social, económica, educativa y cultural. Pero lo peor, en México continuamos con la aplicación de reformas, el esquema continúa en evolución, degradando todo a su paso. Dentro de la discusión conceptual o valorativa posible sobre la actual situación del país, orientada en situar a México como Estado Fallido o Estado en Crisis, dentro del malestar social y sus observables sustentos, requerimos reconocer y estudiar las múltiples fallas estructurales del mismo sistema político, social y económico que señalamos, esto como mecanismo conveniente para fortalecer la consecución de posiciones críticas que aseguren a su vez el pulso de la situación en la que nos encontramos como sociedad y nos acerquen a algún tipo de accionar y, lo más esperable, a la definición de horizontes.

Y regresamos a la pregunta que ya se respira, necesaria ¿Cómo modificar esta realidad? -Son muchos los mecanismos. Por ahora, dentro del marco de las manifestaciones y acciones de exigencia de justicia sobre los Normalistas de Ayotzinapa asesinados es fundamental la vinculación con diversos sectores sociales y con la academia, éstos son genuinos espacios de análisis, de revisión y generación de ideas, ámbito conveniente para el reconocimiento, estudio o consecución de posiciones. No puede haber un activismo o un accionar social responsable y que logre contribuir si no se cuenta con información e intencionalidad suficiente. Tengo un profundo respeto y confianza en las movilizaciones, el accionar social, por que representan medios desde los cuales se pueden enviar mensajes que eduquen y faciliten el cambio. Pero de fondo, lo que necesitamos no es exigir más al gobierno, necesitamos que nuestra sociedad alcance plena conciencia y certeza de lo urgente que es el cambio o modificación de las estructuras del poder político actuales en México. El programa y proyecto social y político que requerimos definir e implementar, debe ser un objetivo inaplazable.

viernes, 17 de octubre de 2014

Arquitectura y las escuelas normales rurales: un breve contexto

Como parte de la comunidad universitaria de la UNAM y ante el contexto de las manifestaciones y acciones de exigencia de justicia sobre los normalistas de Ayotzinapa asesinados, considero fundamental y necesaria la vinculación con diversos sectores de la academia y la universidad, éstos son genuinos espacios de análisis, de revisión y generación de ideas, ámbito conveniente para el reconocimiento, estudio o consecución de posiciones que faciliten el entendimiento del funcionar de nuestra sociedad e instituciones, y esto como un medio para formular algún tipo de respuestas. No puede haber un activismo o un accionar social estudiantil o universitario responsable y que logre contribuir si éste no cuenta con una verdadera participación de la comunidad estudiantil y que a su vez esta misma comunidad esté informada e interesada lo suficiente. Tengo un profundo respeto y confianza en las movilizaciones, el accionar social y estudiantil, porque en principio deben representar una mirada y una posición distinta y que contribuya al resto de sectores y grupos sociales del país, y justamente por ser la universidad la instancia que reúne y permite la interacción de diversos especialistas, posibilita ámbitos cualitativos de discusión, reflexión y formación no únicamente profesional, igualmente cívica y ética. En ese sentido el fortalecimiento a la reflexión y el estímulo a la generación de pensamiento crítico y propositivo, no tengo duda, es la máxima contribución que como universitarios y desde la universidad podemos ofrecer a las diversas y complejas problemáticas que el país experimenta actualmente. Con base a lo anterior y con el ánimo de poder mínimamente contribuir desde mi formación como arquitecto al entendimiento de la problemática de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, presento este breve documento compilatorio que tiene por objeto entrecruzar información sobre la naturaleza de las Escuelas Normales Rurales del país, algunos antecedentes y, paralelamente, hacer un esfuerzo por integrar miradas emanadas desde el interés de la arquitectura.

La experiencia desde los espacios para la enseñanza: contexto general a la creación de la SEP

El acceso a la educación fue una de las conquistas sociales más importantes de la Revolución, prometía mejorar la condición de pobreza en la cual se encontraba la mayoría de la población mexicana. En los años posteriores a la Revolución se buscaba configurar programas ‘modernizadores’ que catalizarían el desarrollo del país pero también crear una identidad nacionalista con miras a promover la igualdad de oportunidades para todos los mexicanos. Uno de los logros históricos de mayor relevancia en este contexto fue la promulgación de la Constitución de 1917 y consigo el derecho a la educación como decreto constitucional. Sin embargo para hacer de ello una realidad se tenía que enfrentar un problema de gran magnitud que sería el tema en los siguientes años del México postrevolucionario: la falta de personal e infraestructura educativos. En un país lastimado por la guerra y predominantemente rural en el que una gran cantidad de sus habitantes apenas se imaginaban parte de una entidad política llamada México, la educación fue una preocupación constante para el nuevo grupo gobernante. La década de 1920, un momento clave en nuestro país, en el que el proceso de construcción nacional sería instrumento articulador entre el gobierno y la población, los cuales debían de trabajar en conjunto para lograr que en estos primeros años del nuevo proyecto de nación se generaron estrategias que posteriormente resultarían en Instituciones (salud, educación, economía, leyes) que existen aún en la actualidad y que fueron la materialización de muchos ideales revolucionarios. En materia de educación hay una participación activa por parte de personajes importantes, un ejemplo de ellos es José Vasconcelos, quién impulsa la primera campaña formal de alfabetización desde la rectoría de la Universidad Nacional de México, haciendo uso de diversas campañas publicitarias.

Ideario de la SEP frente a la cuestión educativa / los proyectos educativos y sus soportes físico construidos

En este proceso de construcción del país y ante una situación de emergencia, surge la necesidad de poner un ‘orden’ a toda esta serie de factores: formalizar el trabajo que improvisadamente y con la cooperación absoluta de la comunidad estaban comenzando los profesores en todo el país, tener la noción en cifras de cuál era la problemática que se debía de atender, cuáles debían ser los objetivos pedagógicos del sistema educativo mexicano y también resolver la problemática de insuficiencia de espacios destinados a la enseñanza, pero sobre todo el cómo. Debía de existir un mecanismo para resolver las problemáticas planteadas. La respuesta por parte del gobierno fue crear un organismo centralizado que se encargara de administrar una serie de recursos, humanos y materiales, para dar solución a todas estas problemáticas y que fuera además un gran promotor de la cultura en México, es por esto que en 1921 se crea una nueva institución sucesora de la desaparecida Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes y se nombra a José Vasconcelos para ser el encargado de coordinar este organismo la Secretaría de Educación Pública (SEP). No fue una casualidad que se eligiera a un personaje como Vasconcelos, quien vivó muy de cerca la lucha por el triunfo de los ideales revolucionarios y había demostrado ya tener proyectos ambiciosos para impulsar el desarrollo de la educación. Consecuencia de lo anterior el 3 de octubre de 1921 se funda oficialmente la Secretaría de Educación Pública, siguiendo ideales impulsados por la Revolución mexicana: hacer de la educación un derecho del que pudieran disfrutar todos los mexicanos y cuyos beneficios llegasen a todos los rincones del país. La creación de la SEP representó la consolidación de una estrategia fundamental, la educación en el proceso de construcción de nación ha sido parte medular de la nueva estructuración que se estaba gestando, la SEP no trabajaría sola, aislada de los demás órganos que dan orden y estructura a nuestro país, la educación empezó a verse como un instrumento por medio del cual se consolidara y legitimara el nuevo sistema político, y que además fuera la base que sostuviera los programas económicos. Es por este motivo que no podemos hablar de los eventos coordinados por la SEP sin contextualizarlos en un marco histórico mucho más amplio, cada acción que implementó la Secretaría de Educación Pública respondía a las políticas, lineamientos y apuestas de la administración en turno.

Escuelas públicas y escuelas normales

En 1921, una de las primeras acciones del esta nueva institución fue canalizar esfuerzos para atender a la población rural. En materia de educación se generó un programa de capacitación de personal alfabetizador que pretendía ser un motor para lograr un cambio radical en la estructura social mexicana. Este proyecto que a principios de la segunda década del siglo XX había iniciado José Vasconcelos desde la rectoría de la Universidad Nacional, era la importación que México había hecho de un esquema implementado en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Como es el caso con toda nación, el sistema educativo mexicano estaba íntimamente ligado a la necesidad de forjar patria. La resolución sobre las políticas educativas del nuevo gobierno no se trataba de un proceso aislado, el mundo vivía contextos de postguerra similares, sus necesidades, aún con sus particulares diferencias eran las mismas. Los gobiernos de las grandes potencias alrededor del mundo estaban tratando de resolver paralelamente las problemáticas que surgieron después de los conflictos armados. Fue a partir de experiencias compartidas y el uso de modelos y esquemas de desarrollo como se conformaría un gran laboratorio global donde se planearía el rumbo que habría de tomarse en materia educativa. Esto no sólo sucedió en el ámbito educativo, los gobiernos de estos países en desarrollo compartirían experiencias respecto a nuevas apuestas de salud, estrategias económicas y técnicas industriales (agrarias, producción, ganaderas). Esta circunstancia, evidentemente fue una gran aportación para la estrategia mexicana, una importante oportunidad para el desarrollo y la modernización. Para estos momentos México equiparaba sus esquemas a lo que sucedía en Europa, en Alemania o la Unión Soviética, había mucha esperanza por despuntar a la par de estas grandes potencias, al tiempo que se buscaba modernizar al país al ritmo del resto del mundo. La propuesta mexicana pretendía hacerse de un sello propio que la distinguiera y que hablara también de su pasado, había importantes propuestas, México tenía que con qué competir. De esta manera, la educación estuvo orientada a crear una nueva sociedad mexicana identificada con las instituciones que emanaron de la Revolución de 1910, además de hacer hincapié en el amor a los ideales y principios revolucionarios. El objetivo que se perseguía con esto era la creación de un México fuerte y unido. Así la labor entusiasta de muchos jóvenes por el proyecto no sólo de nación, sino de mundo, los impulsó a participar activamente en lo que el presidente Álvaro Obregón llamó misiones culturales. Profesores, algunas veces improvisados y otras veces recién egresados de la educación más básica tenían un claro objetivo: alfabetizar a la mayor parte posible de población mexicana, derecho que tenía cada mexicano por decreto constitucional. Con este objetivo las misiones culturales emprendieron viajes por todos los rincones del país, algunas veces cumpliendo satisfactoriamente su principal objetivo, y otras veces enfrentándose a los problemas de un país en construcción, donde en ciertas localidades rurales, la figura del profesor generaba cierto rechazo y desconfianza, esto debido a que antes de la Revolución de 1910, la educación tradicionalmente había sido impartida por parte de la iglesia como la institución predominante. Sin embargo con el paso del tiempo estos profesores rurales se convirtieron en personajes muy importantes dentro de la comunidad. Los profesores mismos debían ser líderes en las comunidades y sus lecciones harían posible la transformación que el nuevo Estado decía llevar a cabo. De esta forma los maestros rurales serían el vínculo concreto entre los ideales abstractos del nuevo proyecto nacional y los beneficios materiales, el derecho a la tierra, ideales y estandartes revolucionarios.

Sumando una nueva estrategia al mecanismo de la SEP para resolver la carencia de educación en México, se crearon paralelamente a las Misiones Culturales, las Escuelas Normales Rurales, originalmente llamadas las Casas del Pueblo, fueron estas las encargadas de capacitar personal, una labor que con muy pocos recursos pretendía concretar algunos de los ideales revolucionarios: reeducar al país en un ideal esquema socialista. Estas Escuelas Normales Rurales se volvieron rápidamente un importante núcleo de unión e intercambio social y cultural, en muchos casos, dentro de las comunidades rurales ‘la normal’ era el único lugar en donde las personas podían ir a oír el radio, leer los periódicos, contar con un servicio de atención médica básico y sobre todo en donde podían escolarizarse. Las primeras de estas escuelas empezaron a establecerse en edificios ya existentes (antiguas haciendas en algunos casos), adaptándolos a los nuevos requerimientos y al número de normalistas que ahí se irían a formar. Estas fueron las primeras normales: improvisadas e insuficientes, pero un lugar que constantemente estaría en reestructuración y donde las labores que ahí se realizaban eran más importantes que el edificio mismo. Estas Normales fueron a nivel rural, el antecedente más cercano a los edificios educativos actuales. La consigna de esta nueva apuesta por promover la educación era clara, primero había que formar maestros. En las Escuelas Normales los futuros profesores no sólo aprendían a leer y escribir sino además tenían la posibilidad de asistir a talleres de artes y oficios, aprender las labores del campo, y algo muy importante, tenían la posibilidad de vivir en instalaciones que contaban con los servicios básicos primordiales: agua, luz, comida y dormitorios. Las Escuelas Normales Rurales eran claramente la posibilidad de aspirar a una mejor calidad de vida. Fue entonces, que pertenecer a este proyecto se convirtió en la aspiración de muchos niños y jóvenes en las comunidades rurales, proyecto que no sólo formaría personal docente igualmente sería una herramienta fundamental en el desarrollo del país. Estos internados escolares concretaban la oportunidad de mejores condiciones de vida. La situación que se vivía en la ciudad no podía equiparase a lo que sucedía en las zonas rurales. Este México dividido tenía que buscar soluciones a la altura de los problemas que plateaba cada región, una tarea complicada. Teniendo entonces dos escenarios tan diferentes las acciones implementadas con el objetivo de resolver la insuficiencia de educación debían ser igual de diferentes que las situaciones mismas. Así como en el ámbito rural se impulsaba la formación de un esquema de nación revolucionario, en la ciudad de México esta misma ideología permeaba de una manera distinta en el esquema de cómo se fomentaría la cultura. Así, arte y arquitectura se enlazaban en un tránsito desde el oficialismo porfirista con estilo neoclásico y afrancesado, hacia el movimiento moderno nacionalista.

En 1932, las escuelas normales rurales pasaron a depender del Departamento de Enseñanza Agrícola y Normal Rural. De inmediato surgieron las Escuelas Regionales Campesinas que eran la fusión de todas las Normales rurales y las Centrales Agrícolas e incluso misiones culturales. Debido a que en los años treinta la preocupación oficial era incrementar la producción y los medios de sobrevivencia del campesinado en el proceso civilizatorio iniciado en la década pasada. Otro cambio fundamental fue que en 1934 se estableció un nuevo reglamento que estipulaba que el gobierno y dirección de la escuela estaba a cargo del Director de la escuela así como la figura de Consejo Técnico quien valoraría las faltas al reglamento y aplicaría las sanciones correspondientes, con esto se terminó por derrumbar las prácticas democráticas que habían surgido en el incipiente crecimiento normalista y fueron sustituidas por prácticas autoritarias, debido a estas circunstancias los estudiantes normalistas se agruparon y formaron en 1935, la “Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México” (FECSM), dicha organización protegía y defendía a los alumnos de las injusticias que cometían los directores y maestros de dichas instituciones. Esta etapa del normalismo mexicano los Gobiernos posrevolucionarios estaban impregnados de una ideología jacobina y marxistas que se develo expresamente en el sexenio del Gral. Lázaro Cárdenas quien dio impulso a la educación socialista la cual dio pocos resultados por la aversión generada por el alto clero mexicano y durante la guerra de los cristeros. A mediados de la década de 1940 con Jaime Torres Bodet en la SEP, se promovió una tendencia educativa que se conoce con la expresión de escuela de la unidad nacional. A partir de entonces comenzó a desarrollarse lo que llegaría a ser la política de modernización educativa. A partir de entonces las normales rurales dejaron de tener un lugar importante en el discurso educativo reduciéndoles el presupuesto y, al igual que en otras dependencias la SEP, depuró al profesorado y al estudiantado calificado de "comunista”. En 1945 se adoptó un nuevo plan de estudios que constaba de seis años en dos ciclos: el primero equivalente a la secundaria y el segundo con materias profesionales. A partir de 1946 de las 18 escuelas Normales Rurales que quedaban, fueron separadas en nueve para mujeres y nueve para varones. En 1953 las normales dependían de la Dirección General de Enseñanza, el cual tenía registradas 64 normales; y en 1957 incrementaron a 72 normales, de las cuales 14 eran normales rurales. Durante los años setenta se dio una etapa de persecución política y represión de los líderes estudiantiles de las Normales Rurales por sus vínculos con movimientos políticos radicales y la guerrilla por lo que día con día era latente su exterminio. A pesar de la persecución oficial y debido a presiones políticas regionales, se crearon las últimas dos Normales Rurales, la de Morelos y la de Tamaulipas. Durante el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines se dio la explosión demográfica en casi todos los niveles educativos expresando la SEP la necesidad de planificar el desarrollo educativo. Sin embargo con Adolfo López Mateos (1958-1964) y en su segundo período de Bodet en la SEP, se elaboró el primer plan nacional de educación denominado Plan de Once Años, con una clara influencia de los trabajos de la OCDE y de la UNESCO, en particular del Proyecto Regional Mediterráneo denotando tintes neoliberales.

En 1959 se integró una Comisión preparatoria para la revisión de los planes y programas de la educación preescolar y primaria, la cual determino que dicho curriculum estaba sobrecargado, y que en lo general, conducía cuando se cumplía, a una enseñanza verbalista que activa y más atenta a manifestar su ambición teórica que a responder adecuadamente a las necesidades concretas de los alumnos en el campo y en la ciudad. Debido a esto se instrumentaron los nuevos programas en 1960 en educación básica, en cambio para la educación normalista se resolvió aplicar dicha reforma a manera de plan piloto en nuevas instituciones que denominaron Centro Regional de Educación Normal que tendrían como finalidad principal mejorar la calidad de la formación docente de los futuros maestros para que sus estudios fueran realmente los más apropiados a su función además de que reflejan un costo operativo mucho menor que las normales rurales del país que llegaron a ser 29 en toda la república mexicana. Lo característico de los egresados de las Normales rurales era su pronta identificación e integraban a los diversos movimientos rurales y urbanos que se han generado desde la fundación de estas instituciones debido a su adhesión a la ideología de la internacional de corte Marxista, por lo que no era de extrañarse que en 1968 muchos normalista participaron abiertamente lo que tuvo como represalia el cierre de 14 normales rurales. Para 1975 se generaliza en toda la república mexicana y en todas las instituciones formadoras de docentes el nuevo plan y programa de estudios de la educación normal, en el cual los jóvenes después de haber estudiado su educación secundaria ingresaban a la educación normal que se cursaba en tres años de estudio con la finalidad de propiciar un desarrollo intelectual y moral de los futuros docentes. En el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) las políticas educativas se plasmaron en el Programa Nacional de Educación, Cultura, Recreación y Deporte 1984-1988 el Programa planteado una revolución educativa con seis objetivos, siendo el primero elevar la calidad a partir de la formación integral de docentes que aunado a las exigencias de profesionalización del magisterio dio origen al plan de estudios 1984 que exigía para el ingreso estudios del nivel medio superior, y estaba diseñado para cuatro años durante los cuales se generarían docentes capacitados para la investigación educativa y al mismo tiempo se les preparaba para su labor áulica. La reforma más reciente a la educación normalista se realiza con el plan y programas de estudios 1997 en donde se generan normalistas capacitados para su labor áulica y además de realizar investigaciones acerca de los aprendizajes de sus alumnos en un lapso de cuatro años para el sistema escolarizado y de seis para el sistema semi-escolarizado. Actualmente persisten 16 Normales Rurales en su resistencia por sobrevivir bajo la constante persecución oficial, gracias a su tradición de lucha se mantienen aglutinadas en la FECSM enarbolando como desde su fundación una ideología de la internacional y ante todo teniendo como principal misión de los maestros rurales es "enseñarle a la gente cuáles son sus derechos". En cuanto al resto de las normales no podemos afirmar la existencia total a pesar de que el ANUIS publica una relación de aproximadamente 120 normales en el país, sin embargo los datos no son confiables debido a que para el caso de Oaxaca a parecen solamente 3 escuelas normales cuando en realidad son once normales del sistema escolarizado y la ENSFO del sistema semi-escolarizado.





Fuentes consultadas:

PORTER, LUIS. Et. Al. Arquitectura Escolar: SEP 90 años. México: Secretaría de Educación Pública, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2011.

GREAVES LAINE, CECILIA. La alternativa moderada: Política Educativa del Gobierno Federal (1940-1964). Dr. Arnaldo Córdova (asesor). México: Facultad de Filosofía y Letras, Programa de Maestría y Doctorado en Historia. Universidad Nacional Autónoma de México. Tesis doctoral, 2005. 

GARCIA RAMOS, DOMINGO. Planificación de edificios para la enseñanza. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela Nacional de Arquitectura, 1971. 

GONZÁLEZ CASTAÑEDA MIRNA LAURA. El CAPFCE: Constructor de las escuelas públicas de México. Presente, pasado y futuro. Reportaje. Mtra. Francisca Robles (asesora). México: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional Autónoma de México. Tesis de licenciatura. 2006. 

La educación racionalista y la educación socialista, dos modelos educativos en méxico, 1920-1940: 
http://html.rincondelvago.com/modelos-educativos-mexicanos.html 

Juan O´Gorman; Arquitectura escolar 1932: 
http://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=f6TzsXFYUPkC&oi=fnd&pg=PA8&dq=CAPFCE&ots=LTFmvcelY2&sig=2a432bZVGW63nNfXOU701BqtSIQ#v=onepage&q=CAPFCE&f=false 

Hacer escuela, hacer estado. La educación posrevolucionaria vista desde Tlaxcala: 
http://nuevomundo.revues.org/41613 

La escuela Rural Mexicana: Antecedentes, Presente y Futuro: 
http://red.ilce.edu.mx/sitios/revista/e_formadores_ver_10/articulos/dulce_cituk_jul2010.pdf 

Vicente Mendiola, Escuelas al aire libre (1926-1927): 
http://www.danielschavelzon.com.ar/?p=2914#more-2914 

Wikipedia, Escuelas Normales Rurales: 
http://es.wikipedia.org/wiki/Escuelas_Normales_de_M%C3%A9xico 

miércoles, 15 de octubre de 2014

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martes, 14 de octubre de 2014

¿Posible pensar y escribir sobre otras cosas?



Cuesta mucho pensar sobre México, quizá cuesta más escribir. Reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos, solo hace sentir vergüenza, cuesta mucho. Es sumamente complicado redactar algunas líneas sabiendo que éstas son de muy poca utilidad, que no tienen mayor posibilidad o injerencia y más haciéndolo desde la costumbre y la perspectiva disciplinar y profesional en cierto grado acotada, básica y socialmente ornamental de la arquitectura.

Pero más allá de esto ¿Qué es lo que sigue? ¿Qué es ahora genuinamente útil?





Intentar explicar el cómo llegamos a esta situación, la de pertenecer a una sociedad sumergida y abrumada por una corrupción e impunidad institucional voraz, es muy complicado. Igualmente es difícil explicar y más imaginar o sentir lo que es la pobreza, la ignorancia, la marginación, la violencia, la discriminación o el miedo. Todo lo anterior, propiciado por el mismo sistema político atroz, se ofrece como el medio genuino para mantener a una sociedad acorralada y con mordazas. Insisto, es complicado explicarlo quizá porque nos hemos dedicado, en cierta medida, a ocultar y tolerar todo. Hoy muchos no entendemos e incluso no aceptamos la forzada y evidente pregunta ¿Por qué?. 





Dentro de esta espiral trágica donde el Gobierno Federal y los Gobiernos Estatales son incapaces de ofrecer respuestas medianamente aceptables, cuando las hay. En el mayor de los casos callan y encubren. Minimizan a toda costa la crisis institucional actual que han propiciado con sus apetitos e incompetencia. ¿La UNAM, sus dependencias y Facultades, actuarán igual, omitirán la necesidad de su comunidad? ¿Que debe esperarse de la Universidad y sus funcionarios? La UNAM debe hacer pública su posición respecto a la crisis institucional que sufre el país, es necesario que la Universidad extienda lazos de inconformidad hacia la centralidad del poder político mexicano, es una de sus responsabilidades orgánicas e históricas. No es sensible ni prudente el silencio, no es conveniente emular la ignominia. 





Qué queda como elemento clave para señalar cambios en el medio y largo plazo ¿Trabajar por una formación cívica y política, la cual pueda abastecer y sustentar grupos y actores que suplan a la actual clase política empoderada? ¿Es una posibilidad real?.

El buscar modificar la cara al país desde una educación cívica y política puede ser una instancia oportuna que permita superar la tragedia descubierta y expuesta que hoy es México. ¿Es camino buscar la politización de la enseñanza? ¿Es camino que la instrucción profesional integre la formación cívica y política? ¿Es posible y conveniente la formulación de instancias para el establecimiento de ideología, programa y proyecto público, político y social desde las escuelas y universidades?





Pero ¿Qué ideología? ¿Qué programa? ¿Qué proyecto?

domingo, 12 de octubre de 2014

La interminable invención de América


En una entrevista ofrecida para el diario El País en 1986, Edmundo O´Gorman (historiador y filósofo, hermano del arquitecto Juan O´Gorman) aseveraba sobre el No descubrimiento de América, lo anterior naturalmente referido a su libro La invención de América, (1ª ed. FCE, 1958). "América no fue descubierta porque América, tal como la conocemos, no existía. Existía un pedazo de tierra en el que vivían indios, pero eso no es América. No fue un encuentro de culturas, como algunos han dicho, sino un proceso de apoderamiento de aquellas tierras por Europa, para realizar en aquellas tierras su cultura. Antes de que culminara el proceso no existía América, pues era una masa sin ser. Y sólo lo que se nombra cobra ser, cita a Nietzsche." La invención de América constituye una contribución crítica a ciertas estructuras de comprensión y análisis de la historia. Esta obra asienta un enfoque historiográfico cuya propuesta teórica-metodológica se ofreció como una de carácter inédito en la mitad de siglo pasado, la misma cuestionaba al sistema historiográfico moderno, señalaba sus fallas e inconsistencias y al mismo tiempo denunciaba la condición segura y certera de la historia oficialista de América.

Aventurando una muy básica reseña de la contribución de Edmundo O´Gorman, que plenamente justifica su reelectura, La Invención de América sitúa como problema la noción misma del descubrimiento de América y señala cómo el origen de esta idea se planta como medio de dominación intelectual desde la cultura occidental hacia los pueblos originarios y a la postre dominados de América. El interés de desentrañar y vislumbrar los diversos mecanismos de imposición e instauración de la idea de descubrimiento, apunta al proceso de conquista y sometimiento ideológico el cual legitima el rol de descubridor y dominador de España y Portugal. Así mismo, vale decir que la idea de descubrimiento de América, es diferenciada, la conquista intelectual y material de América es relativa a la "América Latina" y referida a la conquista realizada por las potencias de la Península Ibérica, no a los territorios de Norteamérica y no al poder de dominación ejercido por la corona inglesa dentro del mismo territorio.

Lo anterior es un ejemplo (pretexto) con formidable vigencia. Uno de los trabajos fundamentales de la historiografía es el de disponer y ofrecer mecanismos para lograr entender una serie de hechos específicos ya sucedidos. El de averiguar e indagar sobre diversos acontecimientos y procesos que han ocurrido y que se han desarrollado en algún periodo pasado y ofrecer de ellos interpretaciones desde criterios y mecanismos probados y convenidos como objetivos. Esto último, en relación a su cumplimiento cabal, es objeto de debate. La historia, como sabemos y desde la generalidad, tiene una importancia toral para el entendimiento de las sociedades y sus culturas. Por otro lado la historiografía, (dentro de cualquier disciplina, incluida obviamente la arquitectura) como narración de la historia, al ser construida y depender de quien justamente la escribe, a menudo es susceptible en narrar no solo sucesos imprecisos, sino a verse envuelta y obligada en describir hechos y procesos desde la inercia e intereses de poderes hegemónicos o preponderantes.

Actualmente nosotros en México, dentro de un país institucionalmente convulso, con una sociedad anclada en el horror de la violencia, en la angustia de la corrupción institucional, en la inanición cívica y política, en la confusión y segregación social ¿Qué narrativa de la historia realizamos? ¿Cómo participamos en esa narrativa?.

Al final, la narrativa y la crónica de la historia no debe ser un monopolio de disciplinas o profesiones. Reconocemos el inmenso, incesante y agobiante caudal de datos e información en el que participamos, en diversos medios y grados tanto de día como noche. Lo que interesa al parecer, es el ahora. Pero aun así participamos indudablemente en una narración, en una crónica que debe necesariamente apuntar hacia conclusiones valiosas dentro de los diversos problemas que afrontamos como sociedad, la historia permite leer conclusiones, entender y asociar hechos consumados los cuales adquieren connotación de evidentes. Requerimos participar en la postulación de conclusiones históricas sobre el funcionar de nuestro país y nuestra sociedad para sembrar la crítica y dar lugar a un entendimiento de nuestras múltiples condiciones y posiciones sobre la misma. Hoy somos actores que tenemos la posibilidad, si minúscula pero real, de participar y modificar la narración de la historia y los sesgos posibles de sus conclusiones. Por lo tanto, nunca serán superfluas todas aquellas reflexiones que podamos aglutinar, compartir o discutir.

¿Qué narrativa queremos?

sábado, 4 de octubre de 2014

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jueves, 2 de octubre de 2014

La vigencia del espacio público politizado



La idea de ciudad, desde la cotidianeidad, acude a significados obvios, unívocos y prácticos. Como la de ser el lugar donde se vive y se realizan la mayor parte de actividades, cuya extensión geográficamente acotada y significada históricamente formula diversos atributos de identidad personal o grupal. Desde cierta posición conceptual, la ciudad en sí misma representa una compleja modalidad de asentamiento humano significativa e innovadora pero, sobre todo, una modalidad social y política. En consecuencia, y tratando de superar las asociaciones obvias, comunes o fáciles, la idea de ciudad no puede desligarse de la noción de sociedad desde la perspectiva y empleo de sistemas diversos de funcionamiento, estos justamente operan en virtud de hechos y acontecimientos eminentemente políticos.

De manera ininterrumpida hasta hoy, la ciudad ha favorecido escenarios complejos de interacción social y amparando con ello el detonar de los más diversos e importantes procesos históricos a nivel mundial. Dentro del mismo transcurrir, con las evidentes diferencias en modalidades, situaciones y alcances, la ciudad y las sociedades han formulado diversos mecanismos para dar soporte a los requeridos modelos de interacción, uno de ellos y fundamental, el Espacio Público, el cual ha potenciado el desarrollo de expresiones y medios excepcionales como la ciudadanía, la democracia, o la exigencia de justicia social. Pero igualmente ha sido el escenario para contener o reprimir por medio de la implementación de la fuerza pública –policías y ejércitos. En ese sentido, aun cuando es y ha sido dispar, el evidente horizonte civilizatorio de la ciudad puesto en revisión desde la acepción política de Espacio Público, le imprime una connotación trascendental y positiva, ya que ésta apela siempre al dinamismo y la evolución o accionar civilizatorio.

Pero ¿Puede una Ciudad contradecir su sentido civilizatorio y político más profundo, aquel que ofrece genuinos ámbitos de interacción, de participación y accionar con vocación eminentemente cívica, política? -El acoso, el menosprecio, el descrédito, el rechazo, la represión o el bloqueo son algunos ejemplos.

Hace 46 años, teniendo a la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco como escenario, el Ejército Mexicano reprimió violentamente a un amplio grupo de estudiantes, profesores, intelectuales, obreros y profesionistas, los cuales se congregaron en ese Espacio Público para manifestar la exigencia de mayor autonomía universitaria, libertad a presos políticos, el fin de la represión estatal post-olimpiadas así como mejores condiciones laborales. Hoy el “Comité del 68” encabeza la acostumbrada marcha conmemorativa. Más allá de los particulares e importantes hechos que se rememoran con ésta, la ocupación y usos del Espacio Público como referente político confirma ahora su condición necesaria, incluso cívicamente refiere a una obligación.

En cierto grado es entendible y aceptable el no estar de acuerdo con específicas prácticas o modalidades de manifestación social que perfilan determinadas demandas dentro del ámbito de los Espacios Públicos, incluso, que abierta y públicamente se rechace la pertinencia social de muchas de ellas. Lo que resulta inviable, contradictorio y reprochable social, cívica y políticamente, es negar la posibilidad de usos del Espacio Público como soporte de actividades diversas de manifestación y accionar social, cívico y político. Se trata de un legítimo recurso cívico que hoy más que nunca imprime su actualidad y urgencia.

La vigencia de la manifestación pública, no únicamente se acota a la remembranza. Para la mayoría es una realidad que institucional y socialmente el país está en crisis, un posible termómetro de esto es la actual evolución que sufren -diversificada y comercializadora- los Espacios Públicos y su cancelación como instancia para formular política. Y lo anterior es alarmante ya que requerimos con urgencia del accionar social dentro de los Espacios Públicos por que éstos plantean justamente un recurso necesario para intentar balancear la opacidad de nuestras instituciones de gobierno y de aminorar la concentración del poder político y económico. Si, al final el Espacio Público como recurso político en México está profundamente viciado, cargado de señalamientos negativos sobre el derecho de los otros a la Ciudad. Si, los Espacios Públicos en la ciudad y el país no refieren necesariamente la instancia precursora de excepcionales muestras de ejercicio ciudadano, de democracia, de exigencia de justicia o participación social. Pero al día de hoy continúa éste ofreciéndose conceptual e históricamente, como un conveniente y versátil mecanismo de extensión operativa de civilidad o ciudadanía en México.

Negar la dimensión civilizatoria profunda del Espacio Público, es negar entendimientos distintos de la ciudad y sus problemas, es negar la posibilidad de alcanzar una ciudad y sociedad más justa, respetuosa y convincente.

Texto publicado en arquine, ver aquí.