Miércoles, 12 de noviembre de 2025. Imagen © Omar El-Qattaa, Agence France-Presse, 20 de enero de 2025. Personas caminan junto a los escombros de edificios colapsados a lo largo de la calle Saftawi en Jabalia, en el norte de Gaza. El genocidio contra el pueblo palestino no se limita al exterminio de vidas humanas. Implica también la destrucción sistemática de Gaza como ciudad, como tejido urbano, como espacio de vida colectiva. Esta operación dual, la de aniquilar simultáneamente la vida y los espacios, exige revisar las categorías que sobre ella actúan, es decir problematizar la catástrofe.
En febrero de 2024 publiqué aquí Gaza: La destrucción de una ciudad ya vencida, en dónde planteo que la noción convencional de "guerra" resulta conceptualmente inoperante frente a lo que presenciamos, ya que no estamos ante un conflicto bélico, sino ante un genocidio y urbicidio cuyo propósito deliberado no es solo matar, sino imposibilitar el retorno, borrar la memoria material y desarticular las condiciones mismas de la existencia comunitaria.
El urbicidio de la ciudad de Gaza no es simplemente un efecto colateral del genocidio, trata de una de sus dimensiones constitutivas. Mientras el genocidio ataca contundentemente la existencia de la vida, el urbicidio destruye el sustrato físico-espacial que hace posible la reproducción y sostenimiento de la vida misma. Ambos procesos de ejecución de violencia se entrelazan en una estrategia de aniquilación total: los cuerpos y los espacios, las personas y los lugares, la vida presente y la posibilidad de futuro.
La devastación de Gaza abarca infraestructura crítica: hospitales, escuelas, universidades, sistemas de agua potable y saneamiento, circuitos de tierra cultivable, redes de energía eléctrica y sus líneas de transmisión. Pero también el patrimonio histórico, mezquitas, archivos, bibliotecas, viviendas, espacios públicos, mercados y todo el entramado de servicios que sostiene la vida urbana. Hay información diversa y suficiente que constata que la destrucción espacial de Gaza no trata de "daños colaterales", sino ante la eliminación planificada y sistemática de lo urbano.
Esta destrucción opera en múltiples registros. En lo material, convierte Gaza en ruinas: se estima que más del 60% de las edificaciones han sido destruidas o severamente dañadas. En lo que respecta a la memoria física y simbólica, borra los referentes espaciales de identidad colectiva, los lugares donde se construye, reproduce y mantiene lo comunitario. En lo político, desmantela la infraestructura institucional que articula la noción de pueblo palestino, de una nación palestina. En lo existencial, transforma el espacio en un territorio inhabitable, un no-lugar extremo donde ningún retorno digno parece posible.
Revisar la noción de urbicidio amplía el entendimiento posible sobre el concepto de genocidio y su lógica aplicativa: no basta con eliminar personas, es necesario eliminar también los espacios que las constituyen como comunidad. La destrucción aquí de la ciudad de Gaza no es accesoria al genocidio, sino su complemento lógico. Porque un pueblo sin territorio habitable es un pueblo condenado a la diáspora perpetua, a la desintegración como colectivo. La violencia sobre el espacio construido es, en última instancia, violencia sobre la posibilidad misma de existir como pueblo.
Las cifras del genocidio-urbicidio de la ciudad de Gaza, a noviembre de 2025:
Muertes confirmadas:
Total*: 69,169 (Ministerio de Salud de Gaza, verificado por ONU/OCHA, noviembre de 2025).
- Niños (menores de 18 años): 22,825.77 (33% del total, estimado).
- Mujeres (adultas): 13,833 (20% del total, estimado).
- Hombres (adultos): 32,509 (47%, estimado).
- Heridos totales: 170,685.
Destrucción de infraestructuras:
- Vivienda: 292,000 de ~400,000 unidades destruidas/dañadas (92%; UNOSAT/OCHA, feb. 2025; 53% del daño total).
- Agua / Saneamiento: 95% de sistemas colapsados (1,140 km de 1,200 km de redes); 3 de 3 plantas desalinizadoras principales destruidas (FAO/UNOSAT, jul. 2025).
- Salud: 34 de 36 hospitales inoperables (95%; UNRWA, ago. 2025).
- Educación: 92% de escuelas dañadas (504 de 550; UNRWA/OCHA, jul. 2025).
- Electricidad: 1 de 1 central destruida; solo 18 MW de 200 MW vía solar improvisado (Gaza Electricity Co., 2025).
- Cultura: 70% sitios históricos arrasados (195 de 280; UNESCO, 2025; incluye 13 religiosos).
- Agricultura: 86% de cultivos permanentes dañados (130 km² de 150 km²); solo 1.5% de tierra cultivable accesible (FAO/UNOSAT, jul. 2025; ~12,000 ha inutilizadas de 20,000 ha).
- Transporte (Carreteras): 68% dañadas/destruidas (~800 km de 1,200 km; OCHA/UNOSAT, ago. 2025).
- Telecomunicaciones: 100% pérdida en fibra óptica/líneas fijas (OCHA/UNOSAT, jun. 2025).
- Religión: 814 de 1,245 mezquitas destruidas (65%; Ministerio de Bienes Religiosos); 3 de 3 iglesias cristianas (UNESCO, 2025).
Costos estimados por reconstrucción:
Total estimado: $53.2 mil millones de dólares (Banco Mundial/ONU/UE, IRDNA feb. 2025).
- Daños físicos: $29.9 mil millones (vivienda 53%, comercio/industria 20%, servicios públicos 18-19%).
- Pérdidas económicas: $19.1 mil millones (contracción 83% en Gaza, 2024).
- Escombros: $1 mil millones (entre 40 y 50 millones de toneladas de escombros a retirar y limpiar; UNOSAT).
*Estudios independientes (The Lancet, 2025) estiman un subconteo por traumas indirectos, pudiendo llegar la cifra total de muertes a 93,000.
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