Pensándolo así, el Palacio Legislativo de San Lázaro es un testigo cómplice, pensado y ofrecido así, lo arquitectónico, desde la lógica profunda de un régimen político. Quizá susceptible por los ecos de la serie de crisis que experimenta el país, comenzando desde los Poderes del Gobierno Méxicano, hoy recorriéndolo advierto que su lógica funcional de edifico, su sembrado urbano, su integración en negativo con la zona, su condición de cuartel lejos de ser legislativo y público, que es un inmejorable recinto para albergar profundas ofensas a lo cívico, lo político y lo democrático.

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