martes, 30 de septiembre de 2014


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sábado, 27 de septiembre de 2014

Oportunidad vs Voracidad


Texto publicado en arquine, ver enlace aquí

"Para constructoras como Grupo Danhos, Abilia y Carso, que han reconvertido zonas industriales de la Ciudad de México en proyectos inmobiliarios exitosos, las 740 hectáreas que comprende el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), representarán una mina de oro, al ser un lugar propicio para la construcción de desarrollos de vivienda, comerciales, de oficinas y hoteles, aseguraron expertos. A la par, este boom inmobiliario generará crecimiento en la plusvalía de las propiedades cercanas al aeropuerto, que podría elevarse a rangos de hasta 20 por ciento, aunque en el proceso de apertura y cierre del AICM, podría haber una caída en el valor inmobiliario de colonias cercanas, estimó Salvador Sacal, director del Instituto de Administradores de Inmuebles."
-El Financiero (Ven 'mina de oro' en terrenos del actual AICM), enlace original aquí.

"Una parte de los terrenos en donde actualmente se asientan las terminales 1 y 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) se venderán a inversionistas y constructores para la realización de proyectos inmobiliarios como hoteles, viviendas y un centro de convenciones, una vez que dejen de operar. En entrevista posterior a una conferencia, Federico Patiño, director financiero del proyecto del nuevo AICM, comentó que dentro de los planes está crear una ‘miniciudad’ moderna, inteligente y que recupere el concepto de barrio; tendrá áreas verdes y banquetas anchas para que la gente pueda vivir ahí. De la reserva territorial equivalente a 740 hectáreas, una fracción se destinará para áreas verdes y escuelas y otra más para desarrollar fuentes de trabajo, de acuerdo con la vocación de la zona. Los recursos de la venta de terrenos servirán para continuar con la construcción del nuevo AICM, informó Patiño. Por lo anterior, es necesario analizar las diversas implicaciones de riesgo e impacto en términos de medio ambiente, factibilidad técnica y dinámicas de desarrollo urbano y social que el programado desuso del actual AICM plantea en el corto, medio y largo plazo. Como han mencionado, la construcción de un nuevo AICM tiene el potencial de generar una serie de beneficios que van desde mejores servicios para los usuarios hasta impulsar una mayor competitividad y desarrollo económico para todo el país."
-El Financiero (Harán 'miniciudad' en terrenos actuales), enlace original aquí.

El sector comunicaciones y transportes en nuestro país, por su naturaleza e implicaciones, representa una instancia de fundamental importancia para el desarrollo productivo y económico nacional. Tanto el Gobierno Mexicano, encargado de administrar, controlar y operar los medios de transporte y comunicación, como los grupos empresariales que en el participan hacen uso común de un discurso, el referido a situar en urgencia al sector transportes y exponiendo la necesidad plena de alcanzar mejores niveles de competitividad y eficiencia por la vía de reformas, transformaciones y diversos esquemas de inversión público-privada. Este sector está conformado por diversas y amplias áreas, entre ellas las telecomunicaciones que tienen que ver con la televisión, la radio, la telefonía fija y móvil, los satélites y la banda ancha; los servicios públicos de correos; la navegación y los puertos; el transporte ferroviario y carretero y, también, la aviación y los aeropuertos en todas sus instancias y modalidades incluyendo su planeación, construcción y operación.

El pasado 3 de septiembre el Gobierno Federal dio cierre al proceso de selección del proyecto para el nuevo AICM. A los ojos de la sociedad en general y de algunos arquitectos en particular, se trata de un proceso distinto por la magnitud y alcances supuestos del proyecto, pero sin diferencias en lo controvertido, falto de transparencia o en la incursión abierta de múltiples grupos de poder político y económico, los cuales incidieron en la toma de decisiones sobre el nuevo AICM. Paralelo al anuncio, se ha informado que el actual AICM cerrará una vez entre en operación el nuevo aeropuerto. Funcionarios federales han mencionado que los terrenos donde actualmente se encuentran las terminales 1 y 2 del AICM (740 hectáreas) probablemente se venderán a inversionistas y constructores para la realización de diversos proyectos inmobiliarios. La información oficial sobre el futuro de las actuales instalaciones del AICM, una vez que éstas dejen de operar, es al día de hoy incierta. Aun cuando existen opiniones no hay una posición oficial definida, o al menos pública, sobre el o los proyectos que se emprenderán con las 740 hectáreas e instalaciones del actual AICM. Cómo sabemos, esta amplia extensión, por su ubicación dentro de la Ciudad de México supone grandes oportunidades en materia de generación de diversos proyectos o iniciativas que acudan a favorecer o minimizar diversas problemáticas que la misma ciudad al día de hoy experimenta.

Como se mencionaba, es facultad y responsabilidad del Gobierno Federal asegurar que el uso futuro de las actuales instalaciones del AICM redunden en impactos favorables en un nivel económico, social y medio-ambiental para los habitantes de la Ciudad de México. Paralelo a los propósitos del Gobierno Federal, es urgente que el Gobierno de la Ciudad de México priorice la consecución de posiciones que reclamen el uso futuro de las actuales instalaciones del AICM a conveniencia de la Ciudad, a conveniencia pública de la Ciudad. Pero además, las decisiones que deban tomarse es necesario se sometan y centren en una deliberación pública seria, que el grueso de la población de la Ciudad participe y opine en relación a lo que necesita o quiere, es necesario que de manera conjunta sociedad, autoridades Federales, el GDF y diversos especialistas evalúen los posibles usos del actual AICM, se revisen las oportunidades para incrementar, por medio de diversos proyectos o iniciativas, la calidad de vida o el bienestar social y a la par de señalar los riesgos que determinadas acciones puedan plantear, como lo es la especulación inmobiliaria. Se ha señalado que el Gobierno Federal es la instancia con el primer grado de responsabilidad en lo que refiere a asegurar enfoques pertinentes para el futuro uso de las actuales instalaciones del AICM, pero el descrédito de éste, su abierta indolencia o incapacidad para decidir en favor del grueso de la sociedad, aunado al uso indiscriminado de medios o mecanismos opacos o favorecedores a específicos grupos, plantean como necesario otro tipo de accionar, uno encabezado por la esfera social, cívica tan disminuida en estos días.

Es conveniente que diversos sectores de la Ciudad se integren en la exigencia de participar en la toma de decisiones dentro de aquellos temas que impactan la misma Ciudad. Es necesario recurrir a aquellos cívicos y legítimos mecanismos que estimulan ciudadanía, restan opacidad a nuestras instituciones de gobierno y aminoran la concentración del poder político y económico. Es necesario participar discutiendo y decidiendo en el tema del AICM, su desuso programado y las oportunidades, sin precedentes para la Ciudad, que esta situación plantea. Es necesario incitar la creación de instancias de discusión y participación entre sociedad, gobierno, especialistas e inversores. Esto debe orientarse en permitir el aseguramiento de toma de decisiones convenientes en el plano político, social, productivo y medioambiental. Al día de hoy solo se cuenta con una posición, la de testigos mudos que desconocen la retaguardia cívica.

¿Perderemos la oportunidad de incidir en la configuración de una ciudad más conveniente, socialmente participativa, democrática y civilmente activa? ¿Permitiremos acrecentar más el poder político y económico de grupos que no son representativos en lo social ni en lo territorial? ¿Ganará la voracidad? ¿Perderá la Ciudad?

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Primero Bach, al final Bach



"Si alguien debe todo a Bach es sin duda Dios. Sin Bach, Dios quedaría disminuido. Sin Bach, Dios sería un tipo de tercer orden. Bach es la única cosa que te da la impresión de que el universo no es un fracaso, todo en él es profundo, real, sin teatro. Si existe un absoluto, es Bach. No se puede tener ese sentimiento con una obra literaria, hay textos, pero no son formidables. El sonido lo es todo, Bach da un sentido a la religión. Bach fue un hombre mediocre en su vida. Sin Bach, yo sería un nihilista absoluto".
Emil Cioran

"Bach es el más grande de todos. Mi admiración por él no para de crecer y jamás se apaga, a pesar de que pase el tiempo. No sabría cómo explicarlo. Es un gran misterio, el misterio de Bach".
Gustav Leonhardt


Y si, Cioran tiene razón. Acudir a una difícil lógica que acepta devoción, fervor o fanatismo, siempre es fácil justificarla desde Bach. Pero en ocasiones me es más fácil postrarme con Bach. Intento detener todo sin importar. En días enteros escucho una misma obra desde todas aquellas versiones o interpretaciones que me son disponibles. Grabaciones memorables, inéditas, con instrumentos originales, con instrumentos contemporáneos, editadas, sintetizadas, repertorios innovadores o conservadores. Ofrecidas por las más importantes salas de Europa, y contrastadas con las de América o Asia es siempre un ejercicio formidable-mente incompleto. Todo lo referido a una obra lo busco y escucho. Y lo sorprendente, reconozco, nunca hay exceso. De hecho siempre mis esfuerzos resultan insuficientes. En realidad es así por mi imposibilidad de entender a Bach, no únicamente en un nivel académico-musicológico, si no igualmente por la sugerencia de excepcionalidad que Bach ofrece como persona. Modificó la escala de lo sublime, de lo trascendente, de lo divino al parecer, sin siquiera buscarlo.

No puedo decir más, no soy capaz de ofrecer afirmaciones de algo que solo es posible conjeturar. Lo único que queda como medio y recurso es escuchar y maravillarse.


J. S. Bach Variaciones Goldberg (BWV 988) Gustav Leonhardt (1953)
Versión para clavecín


J. S. Bach Variaciones Goldberg (BWV 988) Glenn Gould (1981)
Versión para piano


J. S. Bach Variaciones Goldberg (BWV 988) Glenn Gould (1955)
Versión para piano


J. S. Bach Variaciones Goldberg (BWV 988) Pierre Hantaï (2000)
Versión para clavecín


J. S. Bach Variaciones Goldberg (BWV 988) András Schiff (1982)
Versión para piano

martes, 16 de septiembre de 2014

Chauvinismo y "arquitectura mexicana"



"Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de pertenecer a una nación"
Arthur Schopenhauer

"El nacionalismo sólo permite afirmaciones y, toda doctrina que descarta la duda, la negación, es una forma de fanatismo y estupidez"
Jorge Luis Borges

La noción actual de Estado está conceptualmente referida a un modelo de organización social, económica y política aglutinada y dispuesta en un conjunto de instituciones, las cuales regulan la interacción social de determinado grupo. Ésta idea básica de Estado (tema de compleja y amplia extensión imposible aquí de exponer) acude a desarrollar o determinar infinidad de elementos soporte, los cuales resultan necesarios para la sustentación de las capacidades de regulación y operación de las instituciones de gobierno. Uno de estos elementos es el nacionalismo. Como componente ideológico, el nacionalismo constituye el referente identitario por el cual el Estado fomenta la ciudadanía, la identificación y unidad social y la salvaguarda de sus instituciones, factores considerados escenciales para el funcionamiento y posteridad del mismo Estado. Dependiendo del contexto social, los intereses y orientaciones del Estado, la expresión de nacionalismo asume múltiples condiciones, matizadas o extremas. El chauvinismo representa una derivación extrema del nacionalismo. El término chauvinismo es un galicismo que describe un comportamiento patriótico fervoroso y fanático, exagerado por el país de origen. La enciclopedia británica lo define como “patriotismo irreflexivo y ridículo; exaltación desmesurada de lo nacional”. Equivale al "jingoism" ingles pero en ciertos contextos este último señala el fervor por el nacionalismo belicista, como lo sería el caso de Estados Unidos.

Dentro del ámbito de la retórica, el chauvinismo acude a una construcción de argumentos o razonamientos falaces que tienen como objeto persuadir o determinar la opinión y ánimo de específico grupo de personas, generando con ello una vinculación e identificación afectiva exacerbada y singular. El empleo del chauvinismo, históricamente hablando, ha sido común dentro de la esfera política. Igualmente es empleado extensivamente desde la esfera de la mercantilización. En los dos casos, el objetivo perseguido es el mismo, el de determinar y condicionar mecanismos de identificación que sustenten y faciliten el operar del gobierno y sus instituciones, así como las del mercado y sus lógicas. El chauvinismo tiene diversos grados y ámbitos. Partimos de la idea que éste constituye uno de los múltiples mecanismos -circulares y/o periódicos- del Estado en aras de difundir y homologar ideas o esquemas que facilitaran discursos, la creación de medios de identidad, y la manutención, legitimidad y aceptación del mismo funcionar del Estado.

Los discursos oficiales del Estado Mexicano, desde el siglo pasado, dirigidos a estimular la veta nacionalista han permeado en variados grados diversas disciplinas y ámbitos de la sociedad y cultura. La arquitectura naturalmente no escapa a esta impronta. Los primeros rastros e impactos posibles del nacionalismo y chauvinismo dentro de la arquitectura en México se ofrecen justamente al momento de enunciar una obra o un conjunto de obras como “arquitectura mexicana”. La “arquitectura mexicana” como categoría y argumento identitario nacionalista o chauvinista ha determinado también la naturaleza de la arquitectura como objeto de estudio y reflexión. En ese sentido la llamada teoría e historia de la arquitectura han asumido como válida la existencia de una arquitectura nacional, apoyando con ello la justificación y uso conceptual de la misma “arquitectura mexicana”. En una rápida revisión que en parte constata las anteriores líneas, los referentes historiográficos de la “arquitectura mexicana” no pueden acudir en otro sentido más que en señalar y tratar de explicar la naturaleza operativa de los mecanismos de representación y ofrecimiento de discursos desde obras de arquitectura. No lo hacen sobre el significado de los discursos ni tampoco sobre las orientaciones o intereses macro de estos, sus supuestos o impactos. Basta recordar esquemáticamente la secuencia oficial que estructura, problematiza e instaura ejes rectores de lo mexicano en arquitectura: Los pabellones en muestras internacionales en los primeros años del siglo pasado, el posterior triunfo de la revolución social y los requerimientos de las instituciones recién formadas (salud, educación, gobierno, etc.), la instauración de un estado modernizador asistencialista, el conflicto de la modernidad cosmopolita y la tradición, y un largo etc.

Acorde a la transformación neoliberal del Estado Mexicano de los últimos treinta años, la preponderancia y penetración del capital y el mercado se postulan como nuevos ejes articuladores del mismo Estado y, los nuevos discursos de identificación de lo nacional en consecuencia son otros. De esta manera los discursos identitarios nacionalistas o chauvinistas posibles desde la arquitectura no dependen exclusivamente de los intereses del Estado, están también determinados por el mercado. Así la llamada “arquitectura mexicana” además de transmitir algún tipo de mensaje del debilitado Estado mexicano actual, apertura la posibilidad de mercantilizarla. Las muestras de nacionalismo o chauvinismo dentro de la llamada “arquitectura mexicana”, más allá de sus funciones o utilidad para grupos de poder político o económico, son nocivas porque conceptualmente es imposible alcanzar representatividad desde la arquitectura, porque justamente estas categorías implican exclusión y simplificación social. Siendo México un país tan vasto, con tantas divergencias -o fracturas- sociales, tanto históricas como contemporáneas y que justamente pueda ser reducido a expresiones identitarias arbitrarias y compactas y, más aun, desde un puñado de referentes, de un reducido número obras de arquitectura resulta de facto tarea absurda. Por las características de la sociedad mexicana resultan innecesarios y hasta fraudulentos los ejercicios de formular identidad nacional desde o sobre arquitectos o específicas obras de arquitectura. Sin ser rigurosos, es perceptible que se trata de valores de diferente referencia y escala que no tienen la capacidad de construir la noción de una “arquitectura mexicana”. Lo que es posible, factible y hasta quizá necesario, es resaltar la existencia de una serie de prácticas, de contextos, de procesos y de problemáticas en arquitectura diferenciadas y complejas.

Intentar representar a una sociedad por medio de una obra de arquitectura o un conjunto de ellas, es tan absurdo y ridículo como tratar de significar obras de arquitectura con símbolos nacionales. Y si al final se trata de asignar valores identitarios, solo será posible por la vía de adjetivos.

Texto publicado en arquine, ver aquí.

martes, 2 de septiembre de 2014

Asedio a la plaza pública



No hay duda, nos abrimos a un nuevo periodo histórico, múltiples y acalorados debates conjeturan su dramática suerte. Sabemos que institucional y socialmente el país está en crisis, un posible termómetro de esto es la actual evolución que sufren -diversificada y comercializadora- los espacios públicos.

Pocos recintos formulan tanto significado para la cultura mexicana como el Zócalo de la Ciudad de México, el espacio público, la plaza pública más importante del país. De manera ininterrumpida dentro del periodo moderno, el Zócalo ha favorecido escenarios complejos de interacción entre diversos grupos y sectores sociales, permitiendo con ello el detonar de importantes procesos históricos. Dentro del mismo transcurrir, el Zócalo como elemento urbano-arquitectónico se ha ofrecido como el más versátil e importante mecanismo de extensión operativa de civilidad o ciudadanía en México. Pero éste no pertenece a la sociedad, ha sido utilizado y resguardado por el poder político. Frecuentemente y desde la esfera política se lucra con el, se fijan y alcanzan objetivos populistas bajo la idea, tergiversada, de la representatividad política o ciudadana. Si, al final el Zócalo no es el precursor ni el frecuente escenario de excepcionales muestras de ejercicio ciudadano, de democracia, de exigencia de justicia o participación social. Pero al día de hoy es el más importante espacio público en la ciudad y en el país para intentarlo.

Bajo esta percepción, el evidente perfil social y cívico del Zócalo no solo se expresa como realidad, igualmente como promesa e ideal. Éste apela a la esquemática idea de ofrecerse, de contener y contextualizar el derecho de los mexicanos en hacer valer y respetar a la ciudadanía y cuidar o modificar el operar de las instituciones que para ellas trabajan. Lo anterior imprime un matiz de importancia trascendental para el Zócalo y por extensión, para las plazas públicas del país dentro de una sociedad tan desestabilizada como la mexicana. Los recientes reclamos por la decisión del Gobierno Federal en emplear al Zócalo como estacionamiento pueden ser, con esfuerzo y sin relacionarlo con otros hechos, con otras prácticas, un acontecimiento menor. Pero no lo es, se trata de un fehaciente ejemplo de desprecio. Se trata del informe presidencial de una "república democrática representativa" que está justamente en virtud de los grupos sociales que representa y en los cuales tiene origen. No hay duda, nos abrimos a un nuevo periodo histórico, múltiples y acalorados debates conjeturan su dramática suerte. Sabemos que institucional y socialmente el país está en crisis, un posible termómetro de esto es la actual evolución que sufren -diversificada y comercializadora- los espacios públicos.

¿Cómo defenderlos y cómo justificar las acciones necesarias?