martes, 2 de septiembre de 2014

Asedio a la plaza pública



No hay duda, nos abrimos a un nuevo periodo histórico, múltiples y acalorados debates conjeturan su dramática suerte. Sabemos que institucional y socialmente el país está en crisis, un posible termómetro de esto es la actual evolución que sufren -diversificada y comercializadora- los espacios públicos.

Pocos recintos formulan tanto significado para la cultura mexicana como el Zócalo de la Ciudad de México, el espacio público, la plaza pública más importante del país. De manera ininterrumpida dentro del periodo moderno, el Zócalo ha favorecido escenarios complejos de interacción entre diversos grupos y sectores sociales, permitiendo con ello el detonar de importantes procesos históricos. Dentro del mismo transcurrir, el Zócalo como elemento urbano-arquitectónico se ha ofrecido como el más versátil e importante mecanismo de extensión operativa de civilidad o ciudadanía en México. Pero éste no pertenece a la sociedad, ha sido utilizado y resguardado por el poder político. Frecuentemente y desde la esfera política se lucra con el, se fijan y alcanzan objetivos populistas bajo la idea, tergiversada, de la representatividad política o ciudadana. Si, al final el Zócalo no es el precursor ni el frecuente escenario de excepcionales muestras de ejercicio ciudadano, de democracia, de exigencia de justicia o participación social. Pero al día de hoy es el más importante espacio público en la ciudad y en el país para intentarlo.

Bajo esta percepción, el evidente perfil social y cívico del Zócalo no solo se expresa como realidad, igualmente como promesa e ideal. Éste apela a la esquemática idea de ofrecerse, de contener y contextualizar el derecho de los mexicanos en hacer valer y respetar a la ciudadanía y cuidar o modificar el operar de las instituciones que para ellas trabajan. Lo anterior imprime un matiz de importancia trascendental para el Zócalo y por extensión, para las plazas públicas del país dentro de una sociedad tan desestabilizada como la mexicana. Los recientes reclamos por la decisión del Gobierno Federal en emplear al Zócalo como estacionamiento pueden ser, con esfuerzo y sin relacionarlo con otros hechos, con otras prácticas, un acontecimiento menor. Pero no lo es, se trata de un fehaciente ejemplo de desprecio. Se trata del informe presidencial de una "república democrática representativa" que está justamente en virtud de los grupos sociales que representa y en los cuales tiene origen. No hay duda, nos abrimos a un nuevo periodo histórico, múltiples y acalorados debates conjeturan su dramática suerte. Sabemos que institucional y socialmente el país está en crisis, un posible termómetro de esto es la actual evolución que sufren -diversificada y comercializadora- los espacios públicos.

¿Cómo defenderlos y cómo justificar las acciones necesarias?

2 comentarios:

  1. una vez mas secuestran un espacio público, en este caso de tal importancia simbólica como el zócalo, lo hacen para campañas, lo hacen para conciertos, lo hacen para pistas de hielo, para festejos falsos y huelgas ficticias, pero, de algún modo coexistente grupos de ciudadanos, con diferentes fines y prácticas, pero para un estacionamiento !!!!!! , para dar un informe presidencial, de un gobierno secuestrador, se me hace completamente indignante, significa mucho !!! en verdad es una muestra muy clara de como pueden pisotear la soberanía de un pueblo, no solo fueron carros, eran guaruras y la policía federal encargada de evitar cualquier acercamiento, delimitando como siempre el territorio, privatizando sin mas ni menos el espacio publico, cuando dejaran de hacer esto, lo vivimos como ciudadanos día con día !!!!

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    1. Una decisión cruda que dimensiona la desarticulación de los poderes públicos en México, da certezas de su estado fallido.

      Facilitar el acceso al informe de gobierno de un país tan grande y con tantas problemáticas a un reducido sector, el que representa a los culpables directos del caos, corrupción, saqueo, hurto y catástrofe que hoy vivimos.

      Estoy por completo en contra de la idea que señala “Cada sociedad se merece a sus gobernantes”. Merecemos algo más!

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