domingo, 24 de noviembre de 2013

Caña en flor



Eran mares los cañales
que yo contemplaba un día
mi barca de fantasía
bogaba sobre esos mares.
Alfredo Espino

La industria mexicana del azúcar es un sector que aporta, según SAGARPA, el 13.5% del valor de la producción agrícola y representa el 0.4% del PIB nacional y el 7.3% del PIB agropecuario. Esta industria, de la que dependen 2.3 millones de personas y que se desarrolla principalmente en más de 300 municipios dentro de 15 estados del país, distribuye ingresos por 38 mil millones de pesos anuales.

Esta considerable derrama económica es repartida, obviamente en proporciones distintas, entre los productores de la caña de azúcar (quienes poseen y siembran la tierra bajo la modalidad de ejido o pequeños propietarios), los contratistas, los cosechadores, los transportistas y naturalmente, con la planta que transforma la caña en azúcar; el Ingenio, el cual además de ofrecer el proceso de transformación que involucra a una cuantiosa planta de obreros, es el encargado de comercializar y colocar el endulzante en determinados mercados. Por lo tanto esta industria plantea una actividad y una estructura productiva de alto impacto social, tanto por el valor de producción, por el empleo que genera en el campo mexicano y porque el azúcar es un producto de consumo elemental de la industria alimentaria.

Esta industria ha operado sobre la base de subsidios estatales al momento comercializar su principal derivado, el azúcar de mesa. Como resultado de las operaciones unitarias dentro de los procesos de comercialización, y en razón al status de libre mercado de la economía mexicana, los precios del endulzante se encuentran sujetos a las oscilaciones y fluctuaciones de los mercados globales, lo que implica ofertar determinados volúmenes de producción del endulzante en precios que no aseguran regularmente el pago de las inversiones básicas de producción de la materia prima de esta industria, la caña de azúcar, inversión de trabajo ofrecida por los campesinos mexicanos. Dentro de los 15 estados que participan en la agroindustria azucarera mexicana, Veracruz tiene un papel importante, encabeza la producción anual del país con un 45% del total de producción de azúcar.

Históricamente la región del Papaloapan (que incluye el poblado de donde soy originario, Saltabarranca) es para Veracruz la zona donde la agroindustria azucarera es la mayor fuente de recursos económicos. Diversos momentos han marcado el operar y funcionar de esta industria. Desde etapas de crecimiento y expansión, de especulación y remembranza sobre el “benévolo” pasado y el futuro difusamente prometedor, pero sobre todo uno objetivo y del cual soy testigo: De profundas y agudas crisis. Recuerdo haber escuchado siempre, con familiares, amigos o conocidos, sobre la tormentosa suerte de la Zafra, tiempo que dura el proceso a través del cual se cosecha la caña y fabrica el azúcar. Siempre se afirmaba que "ahora" era la peor época, que no había precedentes. Hoy al escuchar sobre la situación, ver el contexto político, social y cultural en el que se inscribe y entender desde la generalidad las determinantes y alcances de la misma, llego a la dura conclusión de que la crisis actual, cifra y condensación de todas las demás, no solo es real, es verdaderamente dramática.

Principios de los 90´s, el Gobierno Mexicano se centra en las negociaciones del TLC-AN, lo cual puso en la mesa de discusión y análisis diversas modalidades y estructuras económico-productivas que México, como país independiente empleaba, entre ellas la tenencia de la tierra. Las negociaciones del TLC-AN, que integraban en un importante apartado al ámbito agroindustrial, apoyaron y justificaron la Reforma del Artículo 27 la cual modificaba el carácter imprescriptible, inalienable e inembargable de las tierras comunales y ejidales a favor de una estructura agraria de propiedad que incluyó que la tierra pudiese cambiar de manos por medio de las transacciones más comunes en el mundo y los mercados: La expropiación, restitución, legalización, adjudicación, agrupación, legalización, colonización, cesión o venta. Lo anterior puede reducirse al simple hecho de que la tierra, antes de la reforma del Artículo 27 en 1992, provenía de un reparto gubernamental que no podía venderse y ésta estaba amparada por las leyes mexicanas para su resguardo y productividad. Con la reforma esto cambia y la tenencia de la tierra se inscribe en una perspectiva abiertamente neoliberal, en la que cualquier campesino o grupo de ellos podía vender sus tierras a un privado en favor de una planeada competitividad, alza en la producción y un significativo progreso. Hoy sabemos la historia y los desastrosos resultados: El campo mexicano colapsado, convertido en el gran motor de producción de pobreza, desigualdad, violencia y migración.

Bajo esta situación, a principios del decenio panista, Vicente Fox vende a la iniciativa privada los ingenios azucareros en México. Pronto las cosas comenzaron a orientar la situación de hoy. Los ingenios y sus nuevos administradores, después de un largo y asfixiante ajuste y reordenación productiva-administrativa, comenzaron adquirir tierras "poco" productivas a campesinos en profunda miseria ya bajo el amparo de la reforma del Artículo 27. Y así, año tras año, la producción de caña de azúcar comenzó a crecer en el sentido del origen. Menos tierras de los campesinos igual a menos producción de caña, contra más tierras y más producción de caña y riqueza por parte de los ingenios y sus propietarios. A la situación antes descrita y regresando a la región del Papaloapan, se le suma el hecho de como la iniciativa privada, dueña de los ingenios y ya de una cuantiosa extensión de tierras cultivables de caña de azúcar están abiertamente en el proceso de monopolizar otras instancias de la misma industria. El sector de contratistas que se encargan en movilizar y efectuar con personas y maquinaria diversa las tareas de cosecha, traslado y mantenimiento de los insumos y de la industria del azúcar se encuentra en ultimátum: Actualmente los ingenios ya han comprado (Los ingenios San Pedro y San Francisco) lotes de maquinaria para asumir paulatinamente las tareas directas o indirectas que todo el proceso de producción de azúcar implica.

Al anterior panorama se suma un componente mayor que supera la irregular y diezmada estructura productivo-administrativa de los ingenios y que hace más compleja las formas de trazar soluciones, desde cualquier instancia: La oferta y el mercado internacional. La producción de la zafra 2012/2013 ha sufrido el desplome del precio del endulzante a nivel mundial en un insostenible 40%. Algunos ingenios se han declarado en insolvencia y podrían quebrar, como San Francisco y San Pedro y agudizar con ello los profundos problemas sociales, económicos y productivos que esta región de Veracruz padece. Así mismo la participación de los gobiernos estatales y federal, los propietarios de los ingenios así como los agricultores y campesinos y demás actores involucrados han faltado sensiblemente en la tarea de regulación y solución de este sector agroindustrial, y más aún han sido incapaces de situar en un ámbito de discusión y proyección las posibles soluciones que hagan frente al ya, al parecer insaciable, esquema político-económico que actualmente nos rige.

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