lunes, 26 de agosto de 2013

La discusión del Corredor Turístico y Cultural de Tacubaya




El martes 20 de agosto despertamos con diversas noticias y encabezados en la prensa nacional, muchas de ellas resultaron fuertemente citadas en redes sociales: Convoca Cárdenas a impedir cambios a la Constitución; Sin clases más de 2 millones por el conflicto magisterial; Continúan los asesinatos de civiles en Egipto por parte de militares; Entregarán el premio Corona de Oro a José Emilio Pacheco. Para muchos, más dentro del ámbito de la arquitectura, estas notas resultaron como de costumbre aisladas y sin mayor importancia. En este mismo día la noticia sobre la presentación del proyecto Corredor Turístico y Cultural Luis Barragán publicada por la Jornada de inmediato atrajo atenciones y de facto activó asperezas, reproches y diversos comentarios en fb y tw. El proyecto, planteado para Tacubaya y anunciado por el Jefe Delegacional de Miguel Hidalgo incluye tratamiento a las viviendas, mejoramiento de comercios, reordenamiento de ambulantes, rehabilitación de paraderos y la recuperación de espacios públicos con miras a montar un barrio turístico que incluye entre otras atracciones la casa Barragán. Sin especificaciones mayores sobre los despachos u oficinas que participan en el diseño, tendrá un costo estimado de 100 millones de pesos y fue desarrollado bajo la modalidad "políticamente eficaz y discreta" de asignación directa.

Contrario a la opinión generalizada la cual señala como desafortunado, desmesurado y atroz al proyecto de Corredor Turístico, considero con prudencia que el mismo plantea algo significativo. Este proyecto tiene el potencial de poner en la mesa de discusión algo que va más allá de la naturaleza misma del proyecto presentado y que incluye naturalmente la obra de Barragán. El Corredor Turístico y Cultural Luis Barragán plantea una discusión que interroga en múltiples direcciones. Pero en esta ocasión no trata sobre los hechos, reales o supuestos, que motivan a la clase política gobernante de la Ciudad en solicitar el desarrollo de una propuesta "integral" en Tacubaya, la cual involucra o invoca a un Barragán y todas sus cargas simbólicas, aceptables o trasnochadas. No sobre el esquema compositivo y sus posibles causas, finalidades o razones -mayormente desconocidas- planteadas en el Corredor Turístico y Cultural. Tampoco sobre la exigencia, común y necesaria, en transparentar la designación de obras en la Ciudad de México y el resto del país, o la negativa dentro de la administración pública en emplear instrumentos democráticos que apelen a situaciones de igualdad y objetividad en la selección de oficinas o despachos y que se busque con esto mayor calidad o pertinencia en los proyectos de arquitectura.

La discusión, advierto, que resulta valiosa dentro del contexto menguado de la crítica arquitectónica, parte del reconocimiento real sobre la obra de Luis Barragán como una de cualidades excepcionales, trascendente dentro de los idearios historiográficos de la arquitectura -y estética- mexicana contemporánea y el reto de ésta para integrarse -cuando sea necesario y viable- como verdadero patrimonio material o arquitectónico a las actuales dinámicas y exigencias maltrechas de la ciudad de México. Es decir, el proyecto del corredor turístico interroga, más allá de sus cualidades, sobre las maneras posibles de interacción con la obra de Luis Barragán desde la arquitectura misma.

Pero ¿Cómo interacturar hoy con la obra de Luis Barragán desde otras obras de arquitectura, desde nuevos proyectos útiles en el contexto de una ciudad que requiere priorizar y agilizar estrategias de infraestructura o soportes de interacción y productividad públicos? ¿Cómo, siendo la obra de Barragán una de interés y magnitud públicamente acotada?

Está confirmado que el patrimonio arquitectónico es más valioso, más trascendente y redituable cuando este se desenvuelve y presenta activo o vivo, cuando se vincula a esfuerzos en el fomento a la interacción social en contraparte a la de denominación de patrimonio escenográfico, unidireccional o subvencionado. En un país como México, con un listado considerable de obras histórico-patrimoniales es complicado marcar límites entre la idea de su protección o intervención, de insertarlos con proyectos nuevos a dinámicas que les den vigencia en su uso o significación. Hacer con la obra de Luis Barragán cualquier tipo de intento de interacción siempre resultará un acto de indiscutible controversia. Más que un reto en discutir, es una responsabilidad y en primer lugar de los arquitectos acudir al reconocimiento que la ciudad desde la inercia de su crecimiento y funcionamiento es incapaz de discriminar el valor o la importancia entre una y otra obra, son los arquitectos quienes deben situar a la obra de Luis Barragán dentro del contexto de una ciudad con urgencia de proyectos públicos y de calidad y no en el plano de una obra únicamente susceptible a la salva guarda o veneración. Por otro lado alcanzar con la obra de Barragán un diálogo fijado al ahora y todas sus cargas de responsabilidad posibles con la ciudad desde nuevas obras de arquitectura no es una respuesta, es una opción.

Pero entonces ¿Cómo es posible referenciar las obras de Luis Barragán desde proyectos nuevos de arquitectura? ¿Cómo superar el hecho, distinto a las cualidades estéticas, de la abierta indiferencia regular de Barragán y su obra hacia la interacción con el contexto urbano? ¿Cómo resolver esta primera instancia? Y ¿Cómo hacerlo desde la urgencia de proyectos de calidad que traten o busquen dialogar con el valor de esta obra pero para asociarla con parámetros y objetivos públicos y urbanos?

Es interés situar esta y muchas más preguntas dentro del dominio exclusivo de la arquitectura y las obras a manera de vehículo objetivo, porque al final al hablar de las obras de Barragán hablamos estrictamente de eso, obras de arquitectura, ¿o no?

jueves, 22 de agosto de 2013

Violencia y Arquitectura: Un enfoque lleno de interrogantes


Texto publicado en arquine, ver enlace aquí.

“Ser libres implica, como primer paso, el ser conscientes de la contradicción en la cual nos encontramos pero bajo la responsabilidad de hacerla extensiva”
Jean-Paul Sartre

Hoy a tres años de la masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, el fenómeno de la violencia, lejos de disminuir, constituye una de las principales causas de malestar en la sociedad mexicana contemporánea, llegando a alterar los soportes fundamentales de su entramado institucional, cultural o social. Las relaciones sociales se refieren a una multitud de interacciones reguladas por normas entre dos o más personas, resultado de la relación social hay una modificación de la conducta la cual puede ser dimensionada por medio de los niveles de bienestar social y calidad de vida. La realidad social es por lo tanto una construcción cotidiana en donde la persona y la sociedad interactúan, el sujeto se va insertando y va siendo parte de una sociedad y una cultura a partir de todas las significaciones simbólicas, ya que éstas precisamente son las que van a permitirle conformarse como un ser social. La realidad social es construida por el individuo a partir de la interacción que tiene con la sociedad ya que los individuos son hechuras de la propia sociedad y ésta aparece como producto de un proceso humano y por consiguiente susceptible de transformación y cambio. Para Foucault existen claramente fuerzas de poder dentro de las relaciones sociales mismas que operan en cada cultura e indudablemente tienen presencia en el desarrollo de la cultura occidental, la interacción de estas fuerzas han de producir a la larga ciertos espacios o entornos que tienen como objetivo satisfacer las necesidades que suponen estas interacciones. Las relaciones de poder están ligadas a las relaciones económicas, políticas, de producción incluyendo obviamente el de la producción de espacios habitables en sus diversas modalidades. La presencia de específicas formas de relaciones sociales en nuestro contexto mexicano inmediato pueden determinar -como siempre ha sucedido- el surgimiento de espacios únicos los cuales cumplen con un propósito fundamental: el de proveer relaciones entre individuos o entre grupos, en donde unos ejercen el poder sobre otros, el poder solo existe en acto, es decir, en la relación dentro de un espacio habitable específico y objetivo.

La arquitectura como disciplina que atiende, se explica y significa desde lo social, qué tipo de supuestos plantea al respecto del tema de la violencia? Cuál es la forma de aproximarnos como arquitectos a este fenómeno examinado la relación del sujeto con la violencia, evaluando sus impactos posibles y generar con éstos escenarios de las implicaciones en las formas de experimentar espacios y de relacionarse en ellos? Las actuales herramientas metodológicas, conceptuales y técnicas que la arquitectura ofrece o supone que tan útiles son para contribuir al desarrollo de indicadores y esquemas teóricos y gráficos que permitan, desde una perspectiva crítica e introspectiva del pensamiento y quehacer propio de la arquitectura, dar seguimiento a las variables más representativas y objetivas del fenómeno del crimen, la violencia urbana y la inseguridad ciudadana? Es posible que dentro del contexto de relaciones sociales, fundamentado en el aumento de actividades disfuncionales violentas podemos determinar soportes y argumentos desde los cuales iniciar una problematización del discurso arquitectónico contemporáneo que de manera general plantea satisfacer las necesidades humanas de espacios y objetos en un momento histórico concreto?

Si intentamos problematizar el discurso arquitectónico hegemónico determinado por el mercado y las formas de producción o de materialización de la arquitectura, probablemente se incentivan mecanismos de reflexión sobre las condiciones que le dan fundamento, referido esencialmente a la forma en cómo se asumen responsabilidades con la arquitectura desde la perspectiva necesidad-satisfactor y como esta lógica establece una serie de determinantes tanto en lo operativo-metodológico; programa arquitectónico como en lo conceptual-compositivo; tipología, uso y morfología. Problematizando las metodologías y enfoques del diseño arquitectónico actual referido a la básica ecuación necesidad-satisfactor llegaremos invariablemente, considero, a una encrucijada. Al hablar de manera general sobre uno de los fines primordiales de la arquitectura, el de la satisfacción de necesidades espaciales que determinada sociedad plantea es posible advertir una serie de ambigüedades o premisas dentro del discurso arquitectónico hegemónico actual, mismas que pueden ser instrumentadas y empleadas para la formulación espacial de las más diversas experiencias y manifestaciones sociales sin siquiera llegar a instancias críticas o reflexivas o contar con mecanismos que permitan discernir, dentro de determinado contexto o situación la pertinencia o no de configurar un espacio.

La pregunta que se plantea con lo anterior, que puede manifestar aristas éticas y morales, no es saber si determinadas relaciones sociales disfuncionales “violentas” merecen ser atendidas y consideradas como problematizadoras del espacio arquitectónico.

Acaso la pregunta es saber qué tipos y cuales características de espacios requieren esas experiencias y relaciones sociales violentas? Lamentablemente no podemos concluir la imposibilidad hoy de realizar la proposición de espacios determinados, cualquiera que sea, bajo la sombra del contexto social mexicano contemporáneo referenciado por el fenómeno del crimen, la violencia urbana y la inseguridad ciudadana, por lo tanto una de las posibles tareas es analizar esta compleja situación y tratar de obtener el mayor número de reflexiones posibles.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Infraestructura Educativa vs Educación



Según estadísticas de la SEP en México, dentro del ciclo escolar 2011-2012 operaron 256,664 planteles educativos. Esta cifra supuesta incluye todos los niveles así como los dos esquemas de enseñanza o formación preponderantes: públicos y privados. Naturalmente sabemos que en nuestro país la educación es mayoritariamente pública y estratégica para el Gobierno Mexicano, por consiguiente la cobertura de la infraestructura física educativa de este sector resulta ser la más extensa. Esta gigantesca cantidad de planteles distribuida en todo el territorio nacional bajo las lógicas y objetivos de los programas educativos federales en turno -las cuales regularmente no escapan a estrategias políticas inciertas, propagandísticas o de valor partidario- está configurada apenas por no más de treinta modelos o tipos de aulas o edificios, muchos de ellos formulados desde los años 50´s por nombres para nosotros conocidos como Francisco Artigas o Pedro Ramírez Vázquez.

Estos modelos o tipos de "escuela" siendo mezclados, adecuados, tropicalizados o acudiendo a variantes previstas de diseño -o no- han sido implantados indiscriminadamente dentro de contextos ya sea urbanos, semi-urbanos o rurales, así mismo dentro de las más diversas condiciones climáticas, geográficas, topográficas, culturales o económicas. Es común encontrar las mismas escuelas, las mismas aulas tanto en DF, Cd. Juárez, Acapulco que en la sierra poblana, en el área tzotzil chiapaneca o en la zona popular no turística de Cancún. Con este esquema de dotación y cobertura de infraestructura se conforma y ha conformado la totalidad de los espacios para la enseñanza y educación del país desde hace por lo menos 70 años y se constata con esto el interés total del gobierno mexicano, por medio de la SEP y con el apoyo antes del CAPFCE(1) y hoy del INIFED(2), en homologar y transmitir el mensaje desde la "arquitectura educativa" sobre la visión centralista del estado Mexicano, aún dentro de una creciente necesidad descentralizadora de las instituciones y de los poderes públicos.

Actualmente en el país todo lo referente a la Infraestructura Física Educativa (INFE) se encuentra regulada por la Ley General de la Infraestructura Física Educativa (LGINFE), decretada por el presidente de la república en 2008, ley que incluyó la creación tanto del organismo descentralizado INIFED como de organismos estatales mismos que sustituyeron al CAPFCE. La alusión a la infraestructura física educativa es referente -según la misma ley- a los edificios, aulas, servicios, instalaciones y equipamientos empleados para dar soporte, llevar a efecto o albergar todas las actividades requeridas dentro del contexto educativo nacional. La infraestructura física es, por la obviedad, uno de los componentes operativos centrales del sistema educativo mexicano pero no confundir a esta como el origen o destino.

Aún cuando la cobertura actual en México sobre educación básica está arriba del 94%, el Sistema Nacional de Información Educativa ofrece esos datos, existe un porcentaje considerable de personas sin acceso a planteles. Por otro lado UNICEF-México señala, citando la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2007 que:

"Todavía hay un número importante de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años que no asisten a la escuela (cerca de 1.7 millones de niños y 1.4 millones de niñas). Se estima que de la población de seis a once años, a nivel nacional, aún no asiste a la escuela entre 1 y 2% por motivos de trabajo agrícola o debido a impedimentos físicos. La realidad de fuertes disparidades y exclusión social del país se refleja todavía en niveles desiguales de cobertura en educación primaria, con brechas importantes en el nivel preescolar y fundamentalmente en la secundaria y en la media superior, donde una proporción significativa de los sectores pobres o más vulnerables no accede y muchos de los que ingresan no pueden concluir. Asimismo, existe desigualdad en la oferta del servicio que se brinda en las diferentes entidades federativas, en zonas rurales y urbanas, así como en escuelas privadas, públicas y al interior de estas últimas: escuelas generales, indígenas, educación comunitaria y educación para migrantes."

La problemática vista desde la actual administración federal, compartida y cercana con la visión del decenio panista, y aún cuando la cuestión educativa se presenta altamente compleja, multifactorial y con referencia a diversos actores involucrados. Tanto la SEP como el INIFED acuden al planteamiento esquemático de lograr una educación inclusiva, de calidad e innovadora por medio de programas nacionales cuya consecución de metas dependen de contar, entre otras básicas soluciones, con escuelas, edificios, instalaciones y equipamiento adecuado, de calidad, funcionales, sustentables. Entonces, se parte de la hipótesis quizá reduccionista de que la calidad de la educación tiene una estrecha relación con la calidad de la infraestructura física educativa(3).

En realidad estamos ante un problema distinto y mayor, el reto de la cobertura de espacios o infraestructura física educativa en México, necesaria para cumplir con los tópicos del sistema educativo nacional, está irremediablemente supeditada a las políticas educativas públicas emanadas de la SEP y de los intereses del Gobierno Federal en turno. Al respecto instituciones de primer orden como la UPN o el Colegio de Pedagogía en la UNAM indican sobre problemáticas de orden jurídico o legal, que las proyecciones dentro del marco educativo tanto del actual gobierno como de las cuatro anteriores administraciones federales acuden a la articulación y aplicación de políticas educativas ineficientes ancladas a un duro marco legal y supeditadas a las recomendaciones poco sensibilizadas al contexto nacional de organismos internacionales como la OCDE, BID o la UNESCO. Tampoco en la traslación de modelos educativos considerados eficientes como el finlandes o el cubano, entre otros, aseguran viables soluciones.

La infraestructura física educativa, como uno de los múltiples soportes de la política educativa actual, debe ser proyectiva a 15 o 20 años como mínimo, la cual deberá reorientarse obligadamente hacia una mejor formación y preparación de los docentes y de los educandos. Por lo tanto es urgente apelar a que las actuales políticas educativas federales y aquellas instituciones que las operan creen o determinen un perfil docente que desde el plano legal, administrativo y muy específico de la disciplina pedagógica incluya cualidades, capacidades y competencias prudentemente acotadas a los diversos escenarios y contextos sociales, de los requerimientos regionales y locales de los educandos. Lo cual implica asumir necesariamente el mismo tipo de responsabilidad dentro del ámbito de la planeación y diseño de la infraestructura física educativa. Las aulas, las escuelas, los planteles educativos son apenas un medio, un mecanismo físico que posibilita la ejecución de actividades diversas orientadas y aglutinadas bajo la idea de instrucción, enseñanza, preparación o formación. Si no es posible contar con aquellos elementos que signifiquen y soporten a los espacios para la educación estaremos, nuevamente, ante la prolongación de las posibles respuestas y la deficiente operación de nuestro sistema educativo nacional con todas sus repercusiones y condenas.

Julio del 2012, bajo el anterior contexto el INIFED y su anterior administración selecciona dentro del marco de la convocatoria del "Fondo Sectorial CONACyT-INIFED para la investigación y desarrollo tecnológico en la INFE" a un grupo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM -en el cual participo como coordinador- para el desarrollo de un proyecto ejecutivo de aula mismo que incluía la consecución de un prototipo escala 1:1 y que debería contar con todas las especificaciones para su producción masiva e industrializada entre otros requerimientos. Entendemos, por reiteradas reuniones y trabajo interinstitucional (INIFED, UNAM, CONACyT) que el interés del sector convocante está determinado exclusivamente por generar estrategias replicables a gran escala en lo que respecta a una INFE innovadora y mediáticamente redituable, así a secas y sin mayor interés en profundizar sobre las problemáticas de la educación en México y su infraestructura que el de contar con el aval de la UNAM en cuanto a un producto de diseño específico y poder agilizar con él el posible principio de una extensa campaña nacional con una nueva generación -en cuanto a diseño- de planteles educativos. Hoy, Agosto del 2013 el proyecto no inicia, ya existe convenio firmado tanto por el INIFED, el CONACyT, la Coordinación Científica de la UNAM y la Facultad de Arquitectura pero muchos términos de referencia y especificación de productos continúan en negociación.

Aún con el profundo interés en que el proyecto formalmente inicie, cuento ahora mismo con respuestas y opiniones que no será necesario esperar alcanzar una vez terminado y entregado el proyecto. La infraestructura educativa no resolverá los severos problemas educativos que actualmente el país en su conjunto experimenta (contrario a la opinión de arquitectos y diseñadores industriales); la infraestructura educativa es uno de los múltiples componentes del sistema educativo nacional y en consecuencia acude a un plano acotado de acción, participación y responsabilidad mismo que es necesario reorientar y modificar desde las instituciones y mecanismos legales pertinentes y vincular este a un verdadero proyecto transsexenal de educación.





(1) La labor del Instituto Nacional de Infraestructura Física Educativa es implementar todas las normatividades de consultoría y certificación de la calidad de la infraestructura física educativa del país por medio de los organismos estatales, además de construir, equipar, dar mantenimiento y rehabilitar las instalaciones destinadas a la educación pública en general; así como llevar a cabo tareas de investigación e innovación en la materia.

(2) El Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas, es un organismo público con personalidad jurídica y patrimonio propios, sectorizado a la Secretaría de Educación Pública, que tiene la responsabilidad de promover el mejoramiento, seguridad, calidad y pertinencia de la infraestructura fìsica educativa pública, mediante la emisión y difusión de la normatividad vigente en la materia; así como, a través de la verificación y evaluación de su aplicación. 

(3) Hacia una Reforma del Sistema Educativo Nacional. UNAM, 2012.

martes, 6 de agosto de 2013

La "estridente" suerte del Estadio Jalapeño

El próximo 20 de septiembre, el Estadio Jalapeño cumplirá 88 años. Un legado indudable y completamente envidiable para una obra arquitectónica moderna en México. No existe -espero equivocarme- otra obra en nuestro país que, perteneciendo a la lógica y preceptos de la modernidad arquitectónica, de carácter abiertamente público y con la temporalidad y cualidades técnicas del Estadio Jalapeño, opere hoy en día -en sentido estricto- bajo las premisas que le dieron origen.

Ante la pregunta explícita de por qué el Estadio Jalapeño ha perdurado hasta nuestros días sin intervenciones significativas, sin modificaciones físicas ni de uso, y por qué no ha colapsado su indiscutiblemente innovadora cubierta de concreto armado, confieso que, teniendo varias posibilidades de respuesta, al final resulta un desafío técnico considerable. Esta inquietud se acrecienta al considerar su contexto sociopolítico, cultural e institucional.

Es posible especular sobre este cuestionamiento, particularmente dentro de un contexto donde las instituciones dedicadas a la salvaguarda, estudio y difusión del patrimonio arquitectónico histórico son casi en su totalidad académicas o de alcance limitado a auditorios y producciones bibliográficas. Estas instituciones resultan extremadamente débiles en sus facultades de regulación, atención y acción, las cuales operan -al menos en el estado de Veracruz- bajo los márgenes e idearios inestables de la política que todos conocemos.

Podríamos entonces plantear un señalamiento hipotético para responder al cuestionamiento sobre su resistencia y pervivencia: el Estadio Jalapeño constata que la trascendencia de la arquitectura moderna radica, por simple que parezca, en su eficiencia y cualidades estructurales, baluarte último y posibilitador de relaciones sociales y funciones espaciales diversas. Este señalamiento lo hago extensivo también al Estacionamiento de Gante (1951), obra de José Villagrán García.

Lamentablemente, el Estadio Jalapeño, siendo una elocuente obra de ingeniería y arquitectura, no ha logrado situarse en el lugar que le corresponde. La historiografía de la arquitectura moderna en México lo ha excluido sistemáticamente de sus acervos. En una entrada anterior en este blog, MISMA QUE PUEDES CONSULTAR EN: expongo desde la generalidad aquellos motivos que hacen del Estadio Jalapeño una obra excepcional de la modernidad arquitectónica mexicana.

De manera esquemática y bajo una revisión historicista, el Estadio Jalapeño -construido en plena efervescencia estridentista, cuando el PRI no existía (partido político que ha gobernado ininterrumpidamente el estado de Veracruz por más de 80 años) y bajo el mandato de Plutarco Elías Calles- es 20 años anterior al Súper Servicio Lomas, 23 años anterior a la Casa Barragán, 25 años anterior a Ciudad Universitaria, 33 años anterior al restaurante Los Manantiales, 35 años anterior a la nave del Mercado de la Merced, y curiosamente es de la misma fecha (1925) que la Granja Sanitaria de Popotla de Villagrán, obra con la que se señala, según la historiografía arquitectónica, el inicio de la modernidad arquitectónica en México.

El Estadio Jalapeño en riesgo: Veracruz sede en 2014 de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC 2014). El puerto de Veracruz, Boca del Río, Xalapa, Córdoba y Tuxpan albergarán en conjunto las competiciones deportivas. Como protocolo organizativo común, las sedes deberán asegurar el alojamiento de las diversas delegaciones de países participantes, lo que requiere tener lista la infraestructura hotelera. Igualmente deberán resolver, en principio, los severos problemas de movilidad y transporte -Xalapa, siendo una de las ciudades con más autos per cápita del país, tiene un programa "Hoy No Circula" exclusivo para transporte público- ya que estos aspectos son fundamentales para un evento deportivo multisede.

La organización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, aun siendo de menor escala que los Juegos Panamericanos (Guadalajara fue sede en 2011), implica demandas y requerimientos puntuales respecto a las instalaciones deportivas. Estas demandas se incrementan en países como el nuestro, donde el deporte es sinónimo de futbol y pasatiempo. En 2009, dentro de los primeros dictámenes de la Organización Deportiva Panamericana, ya siendo Veracruz oficialmente sede, se notificó lo insuficiente de las instalaciones deportivas y se invitó al gobierno estatal a atender y realizar las acciones pertinentes para la organización del evento.

Como sabemos, las justas deportivas internacionales, más allá de los supuestos valores que persiguen, son promotoras fundamentalmente de inversión y redituables ganancias -las mediáticas son las más evidentes, pero igualmente, y con rigor similar o mayor, operan en el ámbito de la infraestructura-. Proyectos generación "alucobond" que los juegos emplearán y simultáneamente mediatizarán; obras que -siempre se espera- reactivarán económicamente a las sedes por las considerables inversiones públicas y privadas. (El gobierno de Jalisco sumó a su deuda pública casi siete mil millones de pesos por organizar los Juegos Panamericanos en 2011.)

Al día de hoy, muchos de los diversos proyectos de infraestructura deportiva previstos para los juegos no han sido siquiera licitados, situación naturalmente preocupante considerando que los juegos se celebrarán en poco más de un año. Sin embargo, esta condición nunca resulta extraña ni sorprendente, mucho menos para el gremio de arquitectos, testigos o cómplices -conscientes o no- de las prebendas supuestas, tanto públicas como privadas, en lo que respecta a la planeación, organización y ejecución de obras o proyectos arquitectónicos.

Dentro de este contexto de demandas y requerimientos, el Comité Organizador de los Juegos prevé intervenir con un proyecto de intervención el Estadio Jalapeño, lo cual, por diversos aspectos -entre ellos la negativa a consultar especialistas, instituciones y sociedad en general- puede considerarse un acto de absoluta irresponsabilidad y negligencia, que atenta contra un inmueble de valor histórico que es parte indiscutible de la memoria deportiva, cultural, arquitectónica y política de Xalapa, de Veracruz y de México.

Por otro lado, resulta lamentable la omisión e indolencia que tanto la Universidad Veracruzana como la Facultad de Arquitectura de la UV y su unidad de Posgrado han presentado al respecto. Aun cuando el estadio forma parte de la llamada "Zona Universitaria", estas instituciones no asumen acciones interinstitucionales puntuales, externas a lo estrictamente académico. Por lo tanto, es urgente y válida la exigencia de contar con un plan informativo o de discusión sobre el tema, ya sea con especialistas o con sectores sociales interesados.

Imágenes de renders del proyecto de intervención, (2).






Referencias
1 Los Panamericanos dejaron a Jalisco deuda, pérdidas y elefantes blancos / La Jornada, 11 marzo 2013: https://www.jornada.com.mx/2013/03/11/estados/036n1est
2 Sitio oficial del Comité Organizador de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014 (JCC Veracruz 2014): https://ww2.com.org.mx/ciclo-olimpico/veracruz-2014/