domingo, 17 de marzo de 2013

Arquitectura; instancia operativa de las Instituciones Sociales


El proyecto actual de sociedad en México debe de definirse según las carencias y naturaleza de sus Instituciones Sociales, sobre las instituciones que es necesario reorientar o crear. Las Instituciones Sociales son mecanismos de orden y participación que intentan homologar y normar el comportamiento de un grupo social específico. Las instituciones, en dicho sentido trascienden los intereses personales al plantearse dentro de un propósito en teoría considerado como un bien común. Se trata pues, por medio de la creación y puesta en funcionamiento de las Instituciones y en términos generales, hacer real el proyecto de una sociedad.

En México una vez consolidada en la práctica la idea de estado nación después de un proceso histórico convulso en el siglo IXX y con sus posteriores reformas emprendidas en la Revolución Mexicana, se instauran una serie de instituciones las cuales en su mayoría operan y nos rigen en la actualidad: Leyes, educación, salud, economía, participación, democracia, representatividad social, etc. Entendiendo que gran parte de nuestras problemáticas como sociedad radican en su entramado institucional no puedo omitir el señalamiento, conocido por todos, que las instituciones en México son fallidas o presentan altos niveles de descrédito, no podemos dejar de mirar hacia cualquiera de ellas sin pensar en su naturaleza deplorable o ineficiente.

Las Instituciones Sociales son mecanismos que definen la mayor parte de comportamientos y fenómenos tanto políticos, económicos, culturales o de cualquier otra índole, pero la naturaleza de las Instituciones está en un plano subjetivo, es decir para que las instituciones operen o se instrumentalicen requieren de un soporte objetivo, físico.

La arquitectura representa por medio de elementos físico-construidos uno de los vehículos que dota a la Institución, desde su especificidad, la posibilidad de regir y ofrecerse a un grupo de personas, por lo tanto la arquitectura desarrollada en México -como en cualquier otro país- y en cualquier temporalidad es cifra de determinadas Instituciones. La arquitectura sin el referente de la Institución Social no representa nada, es una idea que no puede operar dentro de los márgenes de cualquier sociedad, primitiva o altamente evolucionada, es la negación total de cualquier esquema civilizatorio. 

La arquitectura está en virtud, su legitimidad, de la naturaleza misma de las Instituciones, pero la Institución no debe ser un lugar o instancia física, las obras de arquitectura deben acudir a la figura de Institución no para suplantar sus funciones, si para representarlas. Todas las personas o la mayoría vivimos en esquemas institucionales, la arquitectura, en términos generales no es otra cosa que la sistematización de relaciones sociales y actividades dentro de determinado espacio, vehículo objetivo entre dos entidades subjetivas, la Institución Social y determinados grupos sociales. Si las instituciones dentro de nuestro país no operan o presentan severas inconsistencias en sus alcances y fines irremediablemente no existirán condiciones para esperar que aquellos vehículos físicos o construidos -arquitectura- puedan hacerlo, o más aún suplir desde la arquitectura las funciones de las instituciones y además realizarlas eficientemente.

Desde una interpretación errónea y desproporcionada, lamentablemente frecuente, que tergiversa la idea, valor y función de Institución Social por arquitectura, hemos acudido a la construcción de múltiples discursos entre ellos uno que apela sobre la posibilidad de una transformación social por medio de la arquitectura. Me temo, si necesitamos modificar determinadas estructuras sociales nunca será posible, accesible o viable desde la arquitectura, la única vía certera está en y desde las instituciones, transformar las instituciones significa igualmente modificar las características de aquellos vehículos o conectores físico-construidos, esto representa cambiar las determinantes u orientaciones de la arquitectura y las pautas que esta ofrece para relacionarnos e interactuar social y civilizadamente. Es decir, hablar de buena o mala arquitectura no es otra cosa que realizar juicios sobre la naturaleza o condición de determinado conjunto de Instituciones Sociales.

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