jueves, 8 de noviembre de 2012

“Cineteca Nacional del Siglo XXI”


Días atrás se anuncio por diversos medios la fecha de inauguración de los trabajos de remodelación de la Cineteca Nacional, fecha fijada al día de hoy 8 de noviembre. Sabemos, porque las mismas autoridades de CONACULTA lo han manifestado, que el evento de inauguración de esta tarde es un simulacro, ya que el verdadero será para fines de noviembre, el 28.

Hace poco más de un año, en julio del 2011, la directora del CONACULTA Consuelo Sáizar en rueda de prensa mostró el proyecto “Cineteca Nacional del Siglo XXI” el cual colocaría al recinto, según Sáizar, como “el espacio cinematográfico más vanguardista y completo de Iberoamérica”. La presentación pública del proyecto de remodelación generó críticas en ciertos sectores por los mecanismos poco sensibles, poco democráticos y poco objetivos empleados por la titular del CONACULTA, referidos fundamentalmente a la asignación directa en el desarrollo arquitectónico del proyecto, el cual fue encargado a Michel Rojkind, así como el costo total del mismo, cercano a los 400 millones de pesos (en junio del 2011), generando extrañeza en el IMCINE, organismo dependiente del CONACULTA el cual fue objeto a una reducción de su presupuesto anual en el 2011, pasando de 372 millones asignados en el 2010 a 313 millones en el 2011. Víctor Ugalde, titular de la Sociedad Mexicana de Directores de Obras Audiovisuales declaró en meses pasados que el presupuesto al cine mexicano es insuficiente y necesita ser ampliado con urgencia, que la industria no puede funcionar con los 313 millones de pesos destinados el año pasado al IMCINE. "No continuemos con una política fiscal equivocada con la educación, la ciencia, el arte y la cinematografía nacional. México debe tener un futuro más grande", expresó Ugalde.

Por otro lado, el proyecto de remodelación incluye cuatro nuevas salas, aparte de las seis existentes, área de usos múltiples, laboratorio de restauración digital, oficinas, áreas verdes y ampliación de su estacionamiento entre otros trabajos. La “remodelación” de la Cineteca Nacional ha costado, en los nueve meses de trabajos (febrero-noviembre) la sorprendente cantidad de 540 millones de pesos, el doble del presupuesto anual del IMCINE en 2011, y 150 millones de pesos extras al costo total original de la remodelación anunciado hace apenas un año, es decir, un presupuesto mensual de 60 millones, un precio elevado para una remodelación (recordemos que la Estela Bicentenario costó poco más de 1,100 millones de pesos y que la Biblioteca Vasconcelos cerca de 950 millones de pesos). No me interesa ahora abundar en la naturaleza arquitectónica del proyecto de remodelación de la Cineteca Nacional, en saber si este asume con fortuna o no los requerimientos técnicos que detonaron la necesidad en su intervención, aún sabiendo que esa consideración será la dominante dentro de la discusión que se pueda dar sobre el proyecto en próximas fechas. Mi apatía por valorar las cualidades arquitectónicas no es motivada por advertir poco importante el proyecto, pero mi argumentación, considero, no carece de objetividad, esto por entender que el proyecto de remodelación a nivel formal y funcional representa algo secundario en relación a aquello de lo que es resultante, algo más grande y que nos trasciende: una práctica de la arquitectura mercenaria, oportunista y onerosa, un ejercicio de poder y recursos públicos discordante, en abierto desinterés por la crisis democrática, de representatividad política, de falta de transparencia en la administración y cuidado de recursos públicos, de irresponsabilidad con aquellas instituciones que debería salvaguardar y asegurar su funcionamiento, IMCINE por ejemplo.

Nuestra condición actual de sociedad exige una práctica de la arquitectura al nivel de las trasformaciones que necesitamos emprender, con miras a aquel horizonte ideal de sociedad que muchos buscamos. Necesitamos exigir la validez del esquema de sociedad democrática representativa por medio de su aplicación plena, por un ejercicio profesional de la arquitectura determinado por mecanismos transparentes, representativos y objetivamente funcionales, con una visión de futuro lógico y eficiente. Requerimos el desarrollo de mecanismos democráticos, incluyentes y objetivos que inviten a los ciudadanos a una instancia más en la cual puedan participar ejerciendo su condición de ciudadanía, que apoyados en ellos sea posible determinar y asignar aquellos proyectos que nuestras instituciones sociales requieren y poder contar así con los primeros indicios de una ruta de sociedad -y ciudades- más incluyentes, democráticas y satisfactorias. Las paradojas son muchas y, de las cuales, la arquitectura por su naturaleza las hace siempre evidentes.

¿Para qué construir monumentos cuando nada tenemos que festejar? ¿Para qué construir bibliotecas si somos un país que no educa? ¿Para qué rediseñar cines cuando su industria fílmica opera bajo los mínimos? La inversión que un país en crisis como el nuestro debe de realizar es en aquellos aspectos que, desde una visión responsable y comprometida pueda asegurar el buen funcionamiento de sus instituciones y asegurar la educación y formación de su sociedad.

Numeralia, Cineteca Nacional del Siglo XXI: Proyecto ejecutado en 9 meses aproximadamente y con un costo de 540 millones de pesos. Se incrementaron a los 24,430 m2 originales 4,467 m2, dando un total de área remodelada y construida de 28 mil 897 m2, de los cuales 7,110 m2 están destinados a áreas verdes y foros de usos múltiples al aire libre con un aforo de 700 espectadores. Ese espacio se obtuvo del anterior estacionamiento que ocupaba 42.47% de las instalaciones de la Cineteca. Es decir, el estacionamiento del proyecto de remodelación cuenta con seis niveles, con una capacidad de 528 automóviles, 25% más que hace un año. Las seis salas sumarán una capacidad de oferta de 2 mil 50 butacas, que en conjunto con las cuatro nuevas harán un total de 3 mil 50. La superficie de las bóvedas fue incrementada de mil 588 a 2 mil 288 m2 para el resguardo de 50 mil películas. La galería y el laboratorio de restauración digital tendrán una superficie de 525 metros cuadrados y el espacio de oficinas se renovará y se reducirá de mil 916 a mil 862 metros cuadrados. Asimismo, los locales comerciales aumentarán de cinco a once.

3 comentarios:

  1. QUE ABURRIMIENTO CON TU PUBLICACIÓN
    TODO LO DICES CON UN TONO DE ENOJADO O ALGGO ASI.
    ENVIDIA ?

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  2. Anonimo: El exigir como sociedad que se transparenten los procesos de asignación de obra PUBLICA y los recursos para ejecutar la obra PUBLICA no puede ser envidia, es necesario para salir de nuestra situación de corrupción en todos los ámbitos. Si el artículo te aburrió es un indicio claro de tu madurez.

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  3. iMPORTANTÍSIMO QUE EN EL CENTRO DE LA DISCUSIÓN ACERCA DE ESTAS "GRANDES OBRAS" EXISTA EL PUNTO DE VISTA DEL GREMIO, EL CUAL PARECE ESTAR INSERTO EN EL DISCURSO DE LAS ESTÉTICAS Y FORMALIDADES SIN ASUMIR EL PAPEL SOCIAL QUE CONSTA EN LA HISTORIA DE LA PROFESIÓN. ADJUNTO UN DATO QUE CONSIDERO RELEVANTE.
    AÚN EN MI GENERACIÓN (70'S-80'S) IR AL CINE FORMABA PARTE DE UNA ACTIVIDAD COTIDIANA AÚN FUERA PARA VER LAS PRODUCCIONES HOLLYWOODENSES O LA DETERIORADA PRODUCCIÓN NACIONAL. DE HECHO, ME RESULTA DE INTERES OBSERVAR QUE AÚN EN LA REGLAMENTACIÓN ACTUAL LAS SALAS DE CINE SON CONSIDERADAS EQUIPAMIENTO URBANO EN EL RUBRO DE CULTURA.
    CABEN ENTONCES LOS CUESTIONAMIENTOS FORMULADOS EN EL ARTÍCULO ¿POR QUÉ DESTINAR UNA GRAN CANTIDAD DE RECURSOS HACIA UN PROYECTO QUE OPERABA (CON SUS LIMITACIONES) PARA INSERTARLO COMO ÍCONO ELITISTA Y EMBLEMÁTICO DE UNA MODERNIDAD MERCANTIL, EN VEZ DE FINANCIAR PROYECTOS DE PRODUCCIÓN Y DIFUSIÓN CERCANO AL GRUESO DE LA POBLACIÓN?

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