lunes, 6 de mayo de 2013

El "otro" inicio de la modernidad arquitectónica mexicana: Estadio Jalapeño

Lunes, 6 de mayo de 2013. ¿Es posible señalar el inicio de la producción de la arquitectura moderna en México? ¿Puede hacerse a partir de una obra específica? De ser así, ¿qué características debería tener esta obra para validar tal afirmación? La interpretación de la Revolución Mexicana -tanto en su inicio como en su desarrollo, triunfo y herencia- puede ser múltiple y compleja. La ruptura abrupta del gobierno de Porfirio Díaz en 1910 representa el inicio de un proceso económico, social y cultural que definió la orientación y vocación de los aparatos de gobierno.

Las instituciones emergentes generaron experiencias arquitectónicas que fructificaron a partir de las necesidades y la promoción del Estado mexicano posrevolucionario, un Estado que buscó asumir una nueva identidad tanto desde una revisión histórica como mediante la atención de demandas sociales postuladas por los acuerdos revolucionarios, todo esto bajo el contexto global de la creciente y demandante idea de instalación del Estado Moderno.

Es usual situar en los años veinte los albores de la arquitectura moderna en México, no de manera fortuita, sino como genuina respuesta a la creación de nuevas instituciones públicas, a la incipiente pero prometedora estabilidad política, así como a la reestructuración económica del país tras el triunfo de la Revolución. México, poco antes de terminar la década de 1920, se presenta a nivel institucional como un país que está atendiendo los llamados de modernización, gracias a una serie de reformas sociales facilitadas en gran medida tras el triunfo revolucionario.

Es destacable que durante la misma década de los años veinte, el gobierno posrevolucionario ya se encontraba construyendo obras institucionales y públicas de neto carácter moderno, marcando un cambio enfático entre las búsquedas nacionalistas y la introducción de esquemas proyectuales de la arquitectura moderna. Esto presentó inicialmente preocupaciones ambiguas por el contenido identitario de lo mexicano desde la arquitectura y los espacios físicos construidos, excluyendo del debate a otros sectores del pensamiento y la cultura nacional como la pintura -fundamentalmente asentada en el muralismo-, la literatura y la escultura, entre otros.

La historiografía oficial y José Villagrán García. La historiografía de la arquitectura en México documenta con cierta frecuencia aquellas obras y autores que forjaron la modernidad arquitectónica en nuestro país durante la llamada década conciliadora de los años veinte, sistematizando su estudio, análisis, difusión y preservación. Dentro de este panorama de autores de la modernidad arquitectónica mexicana, acotado al periodo posrevolucionario, destaca el liderazgo de José Villagrán García, quien por su rápida ubicación como funcionario público y su notable capacidad teórica-propagandística, didáctica y constructiva, se sitúa fácilmente como una de las figuras cimeras del movimiento, asumiendo el rol de portavoz y artífice de la arquitectura moderna en México¹.

El año de 1925 se presenta como fecha trascendental para los acervos historiográficos de la arquitectura nacional, fijando en él el "inicio" de la modernidad arquitectónica con la construcción de la Granja Sanitaria de Popotla, obra del arquitecto José Villagrán García.

El Estadio Jalapeño. Sin embargo, el 20 de septiembre de 1925, en el mismo año y ante la presencia del jefe máximo de la Revolución, Plutarco Elías Calles, se inaugura el Estadio Jalapeño en la misma ciudad que albergó en esas fechas a una genuina vanguardia intelectual del México posrevolucionario: los Estridentistas. Esta obra del ingeniero Modesto Rolland² postula una visión enteramente innovadora en el diseño de estructuras de concreto armado en el país.

Esta construcción, que supuso una auténtica innovación en los sistemas constructivos, actualmente conserva su estructura y funcionamiento tal como se proyectó originalmente. Encuentra antecedente tipológico -pero no constructivo- en el hoy desaparecido Estadio Nacional, obra igualmente de José Villagrán García e inaugurado en 1924. Lamentablemente, el Estadio Jalapeño, siendo una elocuente obra de ingeniería y arquitectura, no ha sido situado en el lugar que le corresponde: la historiografía de la arquitectura moderna en México sistemáticamente lo ha excluido de sus acervos, principalmente por desconocimiento de la obra misma y no tanto por un juicio crítico de sus atributos proyectuales.

Características excepcionales. El Estadio Jalapeño posee características singulares y excepcionales, no solo por la temporalidad en la cual fue construido. Naturalmente podemos señalar que la solución ofrecida para el desarrollo del graderío en relación con una condición topográfica demandante se trata de una solución antiquísima, con ecos en el mundo latino que a su vez fue retomado del helénico y que quizá proviene del mundo mesopotámico. Sin embargo, la verdadera singularidad radica en la solución de la extensa cubierta volada en concreto armado del graderío, realizada en la temprana década de los años veinte, la cual no tiene ningún antecedente cercano en México y difícilmente en el mundo.

No conozco una estructura -ya sea arquitectónica o ingenieril- construida en el país durante los años veinte que se aproxime a las cualidades técnico-constructivas empleadas en la cubierta del Estadio Jalapeño, la cual es en parte premonición de los paraguas estructurales que Félix Candela realizaría veinte años más tarde. Manteniendo mesura y distancia, el Estadio Jalapeño es nuestro símil del graderío y cubierta laminar en concreto armado del Hipódromo de la Zarzuela en Madrid, solo que este último fue construido diez años después y diseñado por el visionario ingeniero Eduardo Torroja.

Especulaciones y conexiones. El Estadio Jalapeño brinda espacio no solo para el análisis de su temporalidad y naturaleza estructural, sino igualmente para especulaciones. La primera, definida en el título de este artículo, es lo concerniente a situar al Estadio Jalapeño como obra genuina y trascendente del primer periodo de la modernidad arquitectónica en México.

La segunda especulación sugiere que Félix Candela pudo encontrar estímulo para el desarrollo de su profusa producción de cubiertas ligeras en concreto armado no solo bajo el influjo teórico y práctico del ingeniero y mentor Eduardo Torroja, sino que igualmente pudo encontrar en México condiciones -además de las económicas y laborales- de ejemplos de desarrollo estructural en concreto armado, entre ellos el Estadio Jalapeño. Esto último es probable porque Félix Candela, en los años cincuenta, fue conferencista y maestro invitado tanto en la entonces Escuela Nacional de Arquitectura como en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana, la cual se encuentra frente al mencionado estadio.

Una obra maestra poco conocida. El Estadio Jalapeño, considerado por las autoridades del INBA como Monumento Histórico -quizá más por su antigüedad que por valorar juiciosamente sus cualidades ingenieriles y arquitectónicas, es sin lugar a dudas una de las obras maestras de la arquitectura moderna mexicana, ya que significó un avance importante desde el punto de vista del desarrollo estructural, así como por el tipo de materiales empleados en su construcción dentro de un contexto tan particular como el mexicano de los años veinte.

Es decir, si existe una obra arquitectónica en México que sea plenamente "revolucionaria" por su temporalidad política y totalmente vanguardista dentro del periodo posrevolucionario, es, sin lugar a dudas, el Estadio Jalapeño. Es necesario situarlo como obra importante de la modernidad no únicamente para engrosar o contribuir a la historiografía arquitectónica, sino igualmente para asegurar su preservación y cuidado.

Amenazas al patrimonio. En el año 2014, la ciudad de Xalapa y el puerto de Veracruz fueron sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Para organizar tales eventos fue necesario ampliar, construir, modificar o adecuar las instalaciones deportivas de ambas ciudades. En medios locales circuló la noticia de que el Estadio Jalapeño sería objeto de trabajos que, sin ser específicos, generaron preocupación.

Aunado a la persistente omisión tanto de las autoridades culturales como patrimoniales del Estado de Veracruz, es lamentable que instituciones de primer nivel como la Universidad Veracruzana, la Facultad de Arquitectura de la UV y su unidad de Posgrado no muestren interés alguno por salvaguardar, difundir y estudiar el Estadio Jalapeño.



Referencias:
(1) Daniel Schávelzon; Los orígenes de la arquitectura moderna en México, ver enlace aquí.
(2) Modesto Rolland, Ingeniero. Baja California Sur, 1881- Ciudad de México, 1965. Autor de la Plaza de Toros México.
DOCOMOMO, ver enlace aquí.
Publicado originalmente el 06/04/2012

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