Memoria y dignidad

Domingo, 2 de octubre de 2016. Imagen © Armando Salas Portugal, 1966. Dentro de la historiografía de la arquitectura moderna latinoamericana, el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco es considerado una de las apuestas más ambiciosas de la modernidad urbana y arquitectónica en México.

Esta valoración se sustenta tanto en la búsqueda de una renovación conceptual y funcional de la vivienda colectiva -inspirada en los postulados de Le Corbusier y los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM)- como en su intención de proponer modalidades de interacción social distintas, consideradas en las décadas de 1950 y 1960 plenamente vinculantes con la idea de progreso y desarrollo, banderas del gobierno mexicano de posguerra y pilares fundamentales del modelo económico de desarrollo estabilizador implementado durante el "milagro mexicano".

Sin embargo, paradójicamente, este mismo conjunto arquitectónico es recordado mucho más por haber sido el escenario -hoy convertido en símbolo indeleble- de una de las traiciones más atroces cometidas por un gobierno contra su pueblo: la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968.

La Plaza de las Tres Culturas, concebida originalmente por Mario Pani como espacio de encuentro cívico y celebración de la identidad mestiza mexicana, se transformó en teatro de horror donde el Estado ejerció violencia sistemática contra manifestantes desarmados. Esta contradicción brutal entre utopía arquitectónica y realidad política convirtió a Tlatelolco en metáfora de las promesas incumplidas de la modernidad mexicana.

Memoria colectiva y dignidad política, son los caminos irrenunciables para la justicia social.

#2deoctubrenoseolvida



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