El pasado 5 de julio fue inscrito como Patrimonio Cultural de la Humanidad, ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Acueducto del Padre Tembleque.
Esto por considerarlo una excepcional obra de ingeniería hidráulica en México y América y la cual fue realizada en el Virreinato hace más de 400 años, en el siglo XVI. La UNESCO señaló que los motivos que determinaron la declaratoria son: "Por tratarse de una obra maestra del genio creativo del hombre, así como manifestación de un intercambio considerable de valores humanos durante un determinado periodo o un área cultural específica, en el desarrollo de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o el diseño de paisajes". En términos generales la definición de Patrimonio Cultural acude en señalar aquel testimonio pasado, tangible o intangible, propio de un grupo social específico y que por su valor y excepcionalidad requiere ser preservado, estudiado así como asegurar su transmisión a generaciones presentes y futuras.
En el Acueducto del Padre Tembleque, lo excepcional de esta obra hidráulica levantada entre 1554 y 1571, es tanto su planificación, su construcción y financiamiento; como también por el conjunto de arquerías requeridas, de las cuales la más conocida es la encontrada en el Estado de México y llamada “Arquería Mayor de Tepeyahualco”. Esta arquería se desarrolla en poco más de 900 metros y emplea 68 arcos de medio punto. El acueducto tenía como objetivo el conducir y servir agua a algunas regiones en el Estado de México (Otumba principalmente), el fraile franciscano Francisco de Tembleque planificó el proyecto, el cual hubiera sido imposible de ejecutar sin el apoyo de los naturales de la zona. Se dice que 40 comunidades se sumaron a la empresa ingenieril. Ofrecieron no únicamente mano de obra, también financiaron el mismo ya que la Corona Española no realizó aportación alguna al desarrollo del proyecto. Hasta aquí mis intentos, breves y generales, en reconocer más que una obra específica de ingeniería, un testimonio de proyecto social, de esos que hoy día continúan ofreciéndose como alternativas a las más diversas muestras de inanición y desprecio político o institucional.
Pero regresando a la declaratoria ¿Qué implica y significa? No es una revelación saber que el patrimonio histórico y cultural físico-construido del país se encuentra en riesgo, en vulnerabilidad, en descuido, o en situación de abuso o explotación por terceros. Si algunos de los sitios arqueológicos más reconocidos e identificados como emblemáticos del país, ya sea Teotihuacán, Tulum, Monte Albán, El Tajín, Chichén Itzá entre otros, padecen la actual crisis de la tenencia de la tierra, y esto referido a una urbanización descontrolada y voraz. Qué poder esperar de todos aquellos sitios que siendo patrimoniales o de valor histórico no gozan de los cuidados o atenciones de las instancias públicas responsables. ¿Pero entonces, las declaratorias nacionales o internacionales, para qué sirven? -Al parecer no para mucho, por lo menos no en el sentido de su preservación, cosa no menos importante.
Las declaratorias de la UNESCO, por lo menos en México y contrario a lo que se señala con énfasis en los medios, están lejos de ser títulos que aseguren la salvaguarda, la preservación, el estudio y la promoción del patrimonio cultural, tangible o no. Al contrario, resulta frecuente que quienes promueven las declaratorias son los mismos que se encargan de atentar contra lo patrimonial, de situarlo en un ámbito exclusivo de comercialización o desmedida mediatización y me refiero tanto a instituciones y funcionarios incompetentes o éticamente menores, quienes con sus políticas de mercantilización de lo patrimonial dan espacio, únicamente, a la voracidad de inversores o promotores.
Es opinión de muchos que lo patrimonial, que todo aquello con profundos valores históricos y culturales del país se encuentra en riesgo, que las políticas adoptadas de mercantilización de los gobiernos estatales y federal sitúan en crisis la herencia cultural del país, ya que no lo protegen ni salvaguardan. En relación a lo anterior cito un ejemplo que considero importante por ilustrar la problemática actual de lo patrimonial en México y la invalidez de las declaratorias internacionales dentro del operar institucional en nuestro país. En 2007 fue declarado como Patrimonio Cultural de la Humanidad el campus central de Ciudad Universitaria de la UNAM, después de la declaratoria eran esperables ciertas modificaciones en la interacción con los inmuebles, espacios y demás elementos que sustentaron la nueva condición de CU. Eran esperables además programas de rehabilitación y protección exhaustivos y pertinentes, se trataba de la UNAM ni más ni menos. A más de ocho años de la declaratoria, salvo un cubículo que ofrece recorridos a extranjeros, no ha existido modificación alguna, por lo menos tangible, que representara incentivos dentro de la comunidad universitaria en la valoración de CU con miras a su cuidado y preservación. Los murales de la Rectoría están en más que evidente deterioro, en específico “El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo” de David Alfaro Siqueiros, el cual presenta considerables desprendimientos de piezas de mosaico sin que nadie se pronuncie. Y qué decir del mural encontrado en la fachada principal del edificio de la Facultad de Medicina, donde Francisco Eppens montó en 1953 “La vida, la muerte, el mestizaje y los cuatro elementos”. Este último mural evidencia un muy severo e irreversible deterioro, está a punto del colapso, incluso también plantea riesgos para la comunidad.
Y por lo anterior insisto, lo patrimonial en México constituye por un lado una gran industria que sitúa un bien nacional en un elemento meramente comercial. No por algo nuestro país es el que cuenta con más declaratorias patrimoniales en todo el continente. Por el otro lado y en buena medida las declaratorias de la UNESCO en México son también mecanismos de simulación que avalan y arropan las acciones de determinadas instituciones así como la administración de funcionarios. Esas declaratorias ofrecen el mensaje erróneo de que la protección y salvaguarda de lo patrimonial en el país importa, cuando en realidad lo patrimonial es una agenda, como tantas, en espera impaciente de ser atendida y reencausada desde una pertinencia cultural y social, desde un proyecto político en materia de cultura y patrimonio de gran alcance que justamente hoy no existe.
http://www.contralinea.com.mx/c14/html/contrass/patrimonio.html
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2011/07/19/en-riesgo-patrimonio-arqueologico-de-mexico/
http://tgc.com.mx/tgc/wp-content/uploads/2013/11/ACUEDUCTOT.pdf
https://www.youtube.com/watch?t=589&v=QggO1bXAruw
ResponderEliminarLa interacción complicada con la "arquitectura patrimonial" en México no sólo se mide en la ineficiencia para su conservación, cuidado o uso; igualmente en la desmesurada exclamación de su "excepcionalidad".
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