LA ESCUELA Y EL
ESPEJO: Realizando una revisión general y básica, la formulación en México de
un estado con orientaciones sociales en el siglo XX es resultado directo del
llamado "triunfo" de la Revolución Mexicana, a saber un triunfo
complejo, costoso y parcial. En ese sentido, un interés considerable de las
élites recientemente empoderadas en los años 20´s se vio reflejado en la
creación de diversas instituciones que pudieran soportar, justificar y hacer
operativo a ese "Estado Social Revolucionario". Una de ellas, fundamental,
la Secretaria de Educación Pública. El citado "triunfo" de la
Revolución situó a la educación en México como un derecho social fundamental,
el cual exigía una enérgica y determinante intervención del Estado Mexicano.
Los intereses de esa intervención estatal fueron varios, pero uno de
importancia toral fue el referido a una instrucción cívica (en ningún sentido
podría entenderse como formación cívica), misma que debía coincidir con el
deficiente o inconcluso ideario social de país y que debía legitimar a las
instituciones públicas, sus representantes, intereses, prácticas y
símbolos. Bajo el sentido anterior millones de niños reconocen y han
reconocido de alguna manera al Estado Mexicano por y desde su escuela, por la
naturaleza y condición de sus aulas, sus patios, sus explanadas, sus baños. Desde los diversos eventos tributarios a representaciones históricas simplistas
y reduccionistas. Desde el sentido y naturaleza de las modalidades y
orientaciones pedagógico-didácticas en las que se ven inmersos y desde las
cuales deberían de recibir algún tipo de conocimiento o enseñanza. Desde los
perfiles y competencias de los profesores y trabajadores de la educación y
también, sobre los ánimos e inercias a los cuales, éstos últimos pertenecen o
participan ya sea por convicción o por exigencia. La escuela pública en México
es un ámbito que ofrece diversos mensajes, pero también es un ámbito que da
pulso o dimensión de la situación misma de la educación en México, presentada
ésta como institución. Por un lado, la escuela pública resulta ser un semillero
muy dudoso de identidad cívica nacional, vinculado, como se ha mencionado, a
los idearios e intereses del Estado Mexicano. Por el otro lado la escuela
pública es también un espejo el cual refleja irremediablemente la profunda
crisis del actual Estado Mexicano.
Hace un año
Jesus Silva-Herzog Márquez, en referencia al resultado del Censo de Escuelas,
Maestros y Alumnos realizado por el INEGI en el 2013 apuntaba:
“En la escuela se adquiere información, pero también algo más: sentido de pertenencia. Ése es el sentido republicano de la escuela y, en particular, de la escuela pública: cultivar una experiencia viva del ‘nosotros’. Nuestras escuelas proyectan el mensaje contrario: menosprecio, olvido, exclusión. La reforma educativa no puede ser solamente una reforma política de la educación, la victoria de una burocracia contra un sindicato. Su sentido básico debe ser la inclusión, el aliento al saber y la creatividad.”
Insistiendo en
la metáfora de espejo, hoy la escuela pública ofrece el reflejo de un Estado
Mexicano colapsado, el reflejo de una crisis que supera lo educativo y las
políticas de educación y se instala en la totalidad de las instituciones de
gobierno bajo el ánimo de una profunda falta de legitimidad, de confianza y de
transparencia.
EL AGUA, LAS
ESCUELAS Y LA INFAMIA: El antes citado Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos,
que puedes consultar aquí,
ofrece una radiografía vía estadísticas sobre la condición de la educación
pública en nuestro país. El Censo trata de un trabajo amplio, detallado y
profundo, el cual documenta diversos aspectos de los entornos físicos o
administrativos donde los niños se forman. Lo anterior relativo a la condición
legal de las escuelas, sus dimensiones y características físicas, la planta
docente, matrícula de alumnos, servicios con los que cuenta, su ubicación y
vinculación urbana, la cobertura, la accesibilidad entre otros. Con este
documento se logra revisar, por un lado, la naturaleza de la cobertura
educativa en la actualidad, logrando describir los principales retos que
requieren de atenciones y soluciones urgentes. Por otro lado el Censo ofrece la
dura lectura que enumera y pormenoriza problemas de una crudeza social y política
insostenible, como lo es la abrumadora cantidad de escuelas sin energía
eléctrica, sin acceso a internet, sin baños, sin pisos, sin aulas, sin
maestros, sin agua potable. En relación al último punto, recordemos que
actualmente en la Cámara de Diputados se discute la Ley de Aguas en México, la
cual es señalada por diversas organizaciones sociales como abiertamente
privatizadora, y la cual de ser aprobada, agravará aún más el acceso del
líquido en aquellos grupos marginados o vulnerables, o los que reciben el
mínimo y que decir de los que no cuentan con el servicio. Dentro de los
grupos marginados que no cuentan con acceso a la red pública de agua potable,
está el sector educativo. Pero no se trata de 10, 100 o 1000 escuelas.
Actualmente en México hay poco más de 49,000 escuelas sin acceso a la red
pública de agua potable. Pero el problema revisado no únicamente trata de la
indolencia gubernamental que permite la carencia de agua en las escuelas
públicas, también, que a mi parecer es más profundo y reprochable, se trata del
tipo de respuestas ofrecidas por el poder político y el manejo que de ellas se
hace. El Gobierno crea un impuesto para dotar de bebederos escolares en todos
los planteles públicos, el Gobierno destina únicamente el 10% de lo recaudado.
¿Acaso no es una infamia?
Con información
del Diario Oficial de la Federación, dentro del presupuesto de egresos 2015 se
designan para la instalación de bebederos en las escuelas menos del 9% de los
recursos que se obtuvieron por el IEPS (Impuesto Especial de Productos y
Servicios) impuesto aplicable a bebidas azucaradas y alimentos calóricos. En
total, según se establece en el documento, se recaudaron con el nuevo impuesto $12,400
MDP, de los cuales únicamente se destinarán $1,300 MDP para la instalación de
bebederos escolares. Recordemos que uno de los elementos argumentales
centrales para la aplicación del IEPS a bebidas endulzadas o alimentos con alto
contenido calórico fue el de combatir la obesidad y mejorar hábitos
alimenticios y poder en el medio y largo plazo afrontar el costo en constante
crecimiento de la salud pública en México generada por la diabetes, obesidad y
otros padecimientos relacionados. Para lo anterior el Estado se comprometía a
instalar bebederos en las escuelas, nivel básico y con cobertura nacional.
El Centro de
Estudios de Finanzas Públicas, órgano dependiente de la Cámara de Diputados,
realizó un estudio económico y de inversión sobre los requerimientos mínimos
necesarios para la instalación de bebederos escolares en todas las escuelas de
nivel básico en el país, aplicable a término de la actual administración
Federal. De este estudio se desprende que para cumplir la meta de colocar
bebederos en las más de 206 mil escuelas de educación básica del país se
requiere un presupuesto mínimo de $11,600 MDP, de los cuales $3,546 MDP
deberían ser aplicados en el 2015, $3,866 MDP en el 2016 y $4,187 MDP para
2017. Como podemos ver la partida asignada para la instalación de
bebederos en 2015 es del orden del 30% de lo estimado para el mismo año, esta
situación demuestra una vez más la profunda y deliberada irresponsabilidad e
incompetencia del Gobierno Mexicano al momento de priorizar y atender
problemáticas estructurales en la educación y niñez de nuestro país. La
partida asignada para la instalación de bebederos es en todos los sentidos incongruente,
abusiva y dolosa sobre todo si se realiza una comparación básica con la
recaudación alcanzada por el gobierno vía el IEPS aplicado a bebidas azucaradas
y alimentos calóricos, que como se ha mencionado, se inició como medida fiscal
para afrontar el creciente costo de la obesidad y diabetes, en la cual el
acceso al agua potable es imprescindible para evitar consumo de bebidas con
alto contenido calórico.
Si ésta no es
una historia de vergüenza e infamia, ¿Qué es?
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