martes, 10 de junio de 2014

La frontera de la apariencia y la hojarasca



"Koolhaas se tomó su tiempo para aceptar la proposición de Paolo Baratta de dirigir esta Bienal. En una primera conversación le dijo que no, y después, que sí, pero con condiciones. La primera: necesitaba dos años en vez de uno, que suele ser lo habitual en estos casos. También exigió que se hablara del pasado y del futuro y que no se centrase solo en el presente. Koolhaas ideó un título para los pabellones nacionales, una especie de guía temática: Absorbing modernity, esto es: cómo se ha asimilado y procesado este siglo de modernidad (1914-2014)."

La muestra de arquitectura de Venecia es un evento integrante de la Bienal de Venecia, la cual busca presentar, bajo temáticas específicas a cada muestra y con un número reducido de países participantes, instancias de exhibición de diversos planteamientos emanados de la "arquitectura" y que evocan, entre otras cosas, elementos referenciados a lo "nacional". Con una amplia cobertura mediática, este exclusivo escenario es altamente codiciado internacionalmente y no en vano, ya que el mismo propicia -sin ser novedad- entrecruzamiento de diversos intereses de poder, naturalmente el cultural o artístico pero igualmente con el político o el económico. En ese sentido se presentan cómo básicas aquellas interrogantes sobre la vigencia o validez actual de la muestra de arquitectura de Venecia y, sobre todo, la "participación" de nuestro país. Las interrogantes evidentemente acuden tanto al formato de "representatividad nacional"; en la orientación posible de contenidos; en la atención como espacio para la discusión y consecución de posiciones útiles en el contexto de la arquitectura como disciplina específica dentro de un país como México y hasta quizá, en las formulaciones que de la muestra se hacen desde la llamada cultura arquitectónica local y el impacto hacia determinados estratos, como el formativo o académico. Lo factible en la demarcación de instancias de discusión con respecto a la muestra es por implicar, nutrir o evidenciar otros problemas, muchos de condición local y, por lo tanto, hace necesario perfilar argumentos para desvelar posiciones. El pasado 7 de Junio fue inaugurada la muestra, cerrará el 24 de Noviembre. No asistiré, el punto de partida evidentemente es, desde una “mirada distante”, sustentada en su totalidad con información ofrecida por los medios que tienen cobertura. Mayoritariamente estas notas informativas o artículos plantean un sesgo informativo "esterilizado" a posibles manejos no coincidentes con lo "estrictamente" relacionado con la muestra: Describir pabellones, sus autores y enfatizar en los premiados. Aun cuando las anteriores consideraciones deberían o podrían ser centrales en el marco de la muestra y con ello apelar a un distanciamiento de los formatos en cierto grado obsoletos o sin vigencia, el énfasis informativo en el seguimiento o cobertura plantean una dura línea que no supone interrogantes, solo descripciones.

Regresando al ámbito de las interrogantes y para su sustento recordemos la anterior participación mexicana en la muestra, titulada "Cultura en Construcción" curada por Miquel Adriá. Teniendo como contexto el difícil año 2012, que por sus connotaciones políticas y sociales (elección federal), los posicionamientos críticos sobre la muestra eran esperables y por mucho justificables en múltiples aspectos. Para algunos la participación de México fue un insuperable ofrecimiento de desprecio, ya que esta participación resultó una demostración de cinismo y poder al contrapunto -lo más evidente- de obras de arquitectura. Lo anterior por el sentido controvertido del significado, visible sin mayores esfuerzos. La participación de México en la 13 muestra no planteaba una diferenciación entre las prebendas del poder político y la naturaleza u objetivos de específicas obras, existía un tácito interés en unificar ambas instancias, hacerlas parte de un discurso duro y unidireccional: La impericia de la administración federal en materia de la gestión, desarrollo, administración y puesta en funcionamiento de obras de arquitectura y, la observable complacencia de arquitectos en participar, sin miramientos, dentro de procesos que no auguraban condiciones o posiciones profesionales satisfactorias ante la opinión pública. De las obras que representaban a México en mencionada muestra, muchas eran obras públicas, todas controvertidas tanto por los procesos de designación o selección de los arquitectos o despachos, la naturaleza de los proyectos y sus supuestos, los presupuestos empleados y el uso lleno de opacidad que estos mismos presupuestos tuvieron. Ésta muestra propició la formulación de una lectura dura, no nueva, pero si compacta y eficiente. "La arquitectura" en México, la de carácter público es sobre todo una oportunidad para adentrarse a un arriesgado juego.

Ya situados en el marco de la 14 muestra ¿Qué procesos y qué perspectivas o posiciones fueron empleados por Julio Gaeta y Luby Springall, curadores del pabellón mexicano, para la elección de específicas obras? -Citar a Octavio Paz no es justificación ni suficiente ni conveniente- ¿Qué narrativa de la "modernidad" en el siglo XX es posible articular desde un puñado de obras de arquitectura en relación a un país diverso y complejo como México? ¿Es el arquitecto un cronista conveniente de procesos históricos, es viable continuar en el intento de construir una lectura histórica de un país desde un puñado de obras de arquitectura?

Pabellón de México (Luby Springall / Julio Gaeta).

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