miércoles, 27 de marzo de 2013

El templo de cristal

Miércoles, 27 de marzo de 2013. El espacio habitable dentro de la arquitectura moderna está sustentado por su eficiencia estructural. Resulta un desafío enunciar en breves palabras la gran obsesión de Mies van der Rohe sin hacerla parecer un gesto banal. La obra que testifica, y en un sentido extremo, esta apabullante idea, expresada mayormente en una lógica constructiva, es la Neue Nationalgalerie: desplegada funcional, espacial y técnicamente en el extremo más simplificado de un edificio o, más aún, un espacio acotado o determinado únicamente por elementos esenciales, ninguno de ellos nuevos, pero enfatizados en su función con extrema sencillez.

Ubicada en el Kulturforum, sector que perteneció al Berlín Occidental y vecino de la Staatsbibliothek y la Berliner Philharmonie, obras de Hans Scharoun, su construcción fue respuesta a la oferta cultural perdida por la división del muro durante el periodo de posguerra.

La base geométrica de la composición en planta de la Neue Nationalgalerie es un cuadrado. La cubierta, una plataforma reticular de acero construida en el suelo y elevada posteriormente mediante grúas hidráulicas, cuyo cuerpo de 65 m × 65 m × 1.8 m se sostiene en apenas ocho columnas cruciformes, dos por cada lado, de 8.4 m de altura, se extiende en voladizo en cada una de sus esquinas, otorgando a la composición una sensación de levedad y marcada horizontalidad, de un eficiente equilibrio entre lo frágil de la carpintería acristalada y lo estable o robusto de la estructura metálica.

Es decir, la Neue Nationalgalerie, dedicada a la exposición de arte del siglo XX, constituye un elemento anómalo, un acto conceptual, de diseño y construcción de una elevadísima complejidad, incluso para nuestros estándares contemporáneos, es una obra peculiar y enfática en el sentido de su diferenciación de la lógica de los esquemas constructivos convencionales empleados para la sustentación de edificios, y lo es igualmente por la articulación del espacio de exhibición que el edificio plantea: vasto pero de inmediata intelección.

La Neue Nationalgalerie representa la quintaesencia del principio miesiano del less is more: un pabellón universal donde la estructura no solo sostiene, sino que define y expresa el espacio mismo. La radical simplificación formal, el cuadrado perfecto en planta, la retícula regular de la cubierta, las ocho columnas cruciformes dispuestas simétricamente dos por lado, el cerramiento transparente, no es reduccionismo empobrecedor, sino destilación de la arquitectura a sus componentes esenciales. Mies logra aquí lo que persiguió durante décadas: un espacio flexible, continuo y luminoso donde la arquitectura se retira para permitir que el arte y la experiencia humana ocupen el protagonismo absoluto.

El edificio funciona como un gran podio elevado sobre un basamento que alberga las funciones auxiliares. La planta superior, diáfana y libre de soportes intermedios gracias a la disposición perimetral de las columnas, se convierte en un espacio casi zen donde techo, suelo y cerramiento dialogan con precisión milimétrica. Esta claridad estructural y espacial, lejos de ser fría o deshumanizada como sus críticos sugieren, constituye una forma de honestidad arquitectónica radical: mostrar cómo se sostiene, cómo se construye, cómo se habita.

La Neue Nationalgalerie fue el regreso a Alemania de Mies van der Rohe como arquitecto y también constituye su testamento final, inaugurada en 1968, un año antes de su muerte: La demostración definitiva de que la arquitectura moderna, en su máxima expresión, no necesita ornamento ni artificio, solo estructura, luz, proporción y espacio.

1. Alineación de plataforma, columnas, cubierta y grúas hidráulicas.
2. Elevación de cubierta.
3. Ensamble cubierta-columnas-plataforma.

4. El espectáculo de la elevación de la cubierta: Mies con Hans Scharoun como invitado.



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