El espacio habitable dentro de la arquitectura moderna está sustentado por su eficiencia estructural; Es complicado enunciar en breves palabras la gran obsesión de Mies sin hacerla parecer como un síntoma patológico o asociarla en lo banal. La obra que testifica -y en un sentido extremo- esta apabullante idea, expresada por mucho en una lógica constructiva es la Neue Nationalgalerie desplegada funcional, espacial y técnicamente en el extremo más simplificado de un edificio, o más aún, un espacio acotado o determinado únicamente por símbolos, ninguno de ellos nuevos pero enfatizados en su función con una extrema sencillez. Estando ubicada en el Kulturforum, sector que perteneció al Berlín Occidental y vecino de la Staatsbibliothek y la Berliner Philharmonie obras de Hans Scharoun, su construcción fue respuesta a la oferta cultural perdida por la división del muro dentro del periodo de la posguerra. La base geométrica de la composición en planta de la Neue Nationalgalerie es un cuadrado contundente y de grandes dimensiones. El techo, una plataforma reticular de acero construida en el suelo y siendo esta elevada por medio de grúas hidráulicas y cuyo cuerpo de 65 m x 65 m x 1.8 m se sostiene en apenas 2 columnas cruciformes de 8.4 m de altura por lado, se extiende en volado en cada una de sus esquinas, dándole a la composición una sensación de levedad y marcada horizontalidad, de un eficiente equilibrio entre lo frágil de la carpintería y lo estable o robusto de la estructura. Es decir, la Neue Nationalgalerie dedicado a la exposición de arte del siglo XX, es un elemento anómalo, un acto violento en el sentido de la lógica de los esquemas constructivos empleados para su sustentación y lo es igualmente por la articulación del espacio de exhibición que el edificio plantea, a mi juzgar, ya que no le conozco solo a través de imágenes y referencias, vasto pero de inmediata intelección.
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Alineación de plataforma, columnas, cubierta y grúas hidráulicas
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