lunes, 28 de enero de 2013

Cambio en la dirección de la FA UNAM


En fechas recientes y a través de diversos medios universitarios* se hizo pública la “Convocatoria para la Designación del Director de la Facultad de Arquitectura” emitida por el Secretario General de la UNAM, en la cual se invita al personal académico, alumnos y trabajadores administrativos a postular arquitectos de la comunidad de la facultad los cuales, después de un procedimiento de selección dentro del Consejo Técnico de la Facultad, puedan ser incluidos en la terna donde se definirá al nuevo titular de la Dirección.

Esto, por la obviedad de las fechas y en términos generales sitúa a la Facultad de Arquitectura en un proceso coyuntural de cambio administrativo en el cual, con atención a una legislación universitaria específica en sus mecanismos de selección, se designará el nuevo titular de la dirección. Pero, ¿por qué es importante la Dirección de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, qué representa, qué significa, qué implica?

Más allá de ser una de las Facultades de la UNAM, es común referirse a la Facultad de Arquitectura -a nivel país y, muy probablemente a nivel iberoamérica- con el más grande centro formativo de arquitectos, con sus 8,000 alumnos, sus poco más de 1,000 profesores, sus cuatro licenciaturas, el centro de posgrado en arquitectura con mayores campos de investigación en el país, su área de vinculación y proyectos especiales, el centenar de publicaciones anuales especializadas producto de investigaciones y demás trabajos académicos, tres bibliotecas que agrupan un vasto acervo, un gigantesco museo que brinda soporte a múltiples actividades culturales internas o no de la facultad o la universidad, más de 200 alumnos en movilidad estudiantil por el país y el mundo anualmente, un departamento de práctica y servicio social que, en lo cuantitativo, representa alianzas con empresas o instituciones públicas como muy pocas en otras facultades de la universidad.

Lo anterior aunado a la impronta que en la gran mayoría de instituciones públicas dedicadas a la formación de arquitectos y disciplinas afines representa el plan de estudios de la facultad, sus orientaciones pedagógicas, sus productos de investigación, su planta docente etc. Así mismo, la Facultad de Arquitectura en general y su Dirección en particular representan un espacio genuinamente formativo; Ofrece la real posibilidad de ser funcionario público o universitario de mediano y alto rango, lo cual sitúa en un nivel de responsabilidad profesional altamente demandante ,en principio, aquellos perfiles que dentro de la Facultad logren definirse o inculcarse.

¿Solo por lo anterior? ¿Es todo? -No, la Facultad de Arquitectura, ser su Director representa más cosas.

Estamos hablando de un inminente cambio en la administración de la misma, pero qué sucede con aquellas orientaciones de carácter institucional definidas por la nueva administración de la facultad? Es real la posibilidad de redefinir nuevas orientaciones o rutas, sujetas a la responsabilidad que la Facultad debería priorizar en relación al contexto de la producción del hábitat o espacios físico-construidos en un país como México? Cuál es el sesgo que debe tener la nueva administración? Qué debe priorizar, qué respuestas desde la generalidad formativa de arquitectos debe ofrecer? Desde que perspectiva argumental desarrollan sus respectivos proyectos administrativos los postulantes?

La posibilidad de encausar una formación profesional de la arquitectura consistente, prudentemente acotada a una lectura social de la producción arquitectónica o del hábitat, debe ser real, totalmente exigible para los postulantes y muy especialmente enfática para el nuevo director. La naturaleza profundamente en crisis del hábitat en México referida a sus ciudades y localidades, grandes o pequeñas a nivel formal o informal, público o privado, realizadas por arquitectos, técnicos o por sectores organizados o no; las cualidades de su producción, su gestión, sus determinantes y a lo que responden y como lo hacen deben asumirse como muy altas argumentaciones para validar, o no, respectivos “proyectos” administrativos. ¿En realidad, es tan difícil contar con una visión mediana e inmediata, si lo quieren al nivel de causa y efecto, del contexto social del hábitat en México y con él de antecedente articular una propuesta administrativa prudentemente dirigida dentro de la facultad?

Abiertamente sabemos que no se emplea mecanismo democrático alguno en la determinación del nuevo director, que nosotros no disponemos de la posibilidad -real o ficticia- de presentar una opinión u orientación votando para definir al nuevo director, ¿Entonces donde radica la legitimidad moral y ética de esta personalidad administrativa?

Indistintamente a la naturaleza de país en el que vivimos, México se define por ser una república democrática, donde justamente aquellos que representan a nuestras instituciones son legitimados para ejercer por medio de un proceso electoral, en el cual los ciudadanos le entregan la responsabilidad de velar por aquellos intereses más apremiantes, inteligentes o sensatos. Ejemplo de prudencia administrativa, abiertamente democratizadora será aquella actitud del nuevo Director que busque conciliar, desde la evidencia objetiva de los hechos, el replanteamiento de nuevas miradas hacia las profundas problemáticas que aquejan la orientación de una disciplina que cada día pierde legitimidad social, que se asfixia en anquilosadas argumentaciones, o más aún, una disciplina que ofrece una lectura práctica confusa, abiertamente ineficiente en sus alcances profesionales dentro de los exigentes contextos sociales urbano-arquitectónicos mexicanos.

Hablar de cambio en la Dirección de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, no debe plantear una coyuntura regularmente ajena a nuestras actividades formativas o universitarias, esta situación representa en el sentido estricto una oportunidad, una responsabilidad que desde el grueso de la comunidad de la facultad (alumnos y profesores) debe capitalizarse en plantear aquellos mecanismos que definan orientaciones puntuales, acordes a las responsabilidades institucionales que la Facultad debe cubrir con determinados sectores y mecanismo sociales de nuestra ciudad y país. Acudamos a la construcción de aquellas orientaciones administrativas que la nueva dirección debe priorizar, necesitamos forjar mecanismos que incidan en correctas tomas de decisión y que estas, quizá lo más importante, aseguren que la formación de arquitectos incidan ante todo en una ciudadanía y ciudades más justas, más equitativas y plenas.





*Gaceta UNAM, 14 de enero 2013. p 16.

1 comentario:

  1. excelente reflexion.... gracias hugo por la esperanza de una juventud crítica que no se conforma con lo inmediato de los discursos oficiales. Apunto, será esa la posibilidad para configurar un futuro para nuestra escuela y nuestra profesión... llegue quien llegue, esos aspectos deben, por lo menos, abordarse

    ResponderEliminar