viernes, 30 de noviembre de 2012

Azerbaiyán - Israel / Chapultepec - Alameda

Podemos afirmar que entre ambos casos hay distinciones, aun cuando se aboquen en principio al mismo objetivo, la de participar con recursos privados en el financiamiento de los trabajos de renovación de espacios públicos. En lo inmediato o tangible sabemos que no ha sido colocada la efigie de Ariel Sharon en la Alameda, así mismo conocemos el gusto del actual gobierno de Azerbaiyán en diseminar esculturas de Heydar Aliyev por doquier. Pero en esencia, se trata de casos distintos? El gobierno que encabezó Heydar Aliyev y bajo acusaciones de totalitarismo y sometimiento contra la población de Azerbaiyán fueron los fundamentales motivos para iniciar desde portales y redes sociales la discusión y reclamo al GDF por su “insensibilidad” en aceptar la colocación de la estatua de Aliyev. Por otro lado el caso del Estado de Israel, como potencia ocupante dentro del conflicto bélico en medio oriente, tiene la responsabilidad fundamental de proteger a la población civil palestina bajo su control y garantizar su dignidad y su bienestar. La constante invasión del ejercito judio a territorios palestinos y la destrucción de sus viviendas y medios de subsistencia no es consistente con esa responsabilidad ni con los ideales humanitarios internacionales.

Y, en realidad, no existen motivos para crear una comisión especial Israel-Alameda, similar a la creada para analizar el caso Azerbaiyán-Chapultepec? ¿Por qué la remodelación de la Alameda Central y el mecanismo de de financiamiento empleado no ha resonado en los medios? ¿Por qué, de la participación económica por parte del Estado de Israel en la remodelación de la Alameda Central pocos se han pronunciado? ¿Hay línea editorial, conflicto de intereses? No me interesa ahora ni descalificar ni alentar aquellos esquemas empleados por el GDF y la SEDUVI con los cuales ha afrontado la “regeneración” de específicos espacios públicos ubicados en sectores turísticos de la Ciudad de México, Pero es prudente destacar -o confirmar- la manipulación en el manejo de información y la generación de contenidos y opiniones de manera unilateral e insensata, la cual ya ha alcanzado la escala de contenidos generados y manejados desde internet.

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