sábado, 28 de julio de 2012

Reino Unido y la justa Olímpica / entre el ridículo, la contradicción y el poder


Hace cuatro años el escaparate internacional que representó la organización de los juegos olímpicos en China demostró algo que hoy es un hecho consumado: El país asiático no solo se ha convertido en un referente internacional en el ámbito del deporte, lo es igualmente en la economía, política, ciencias y artes, vasta recordar que el actual premio Pritzker, Wang Shu es un arquitecto de origen chino o que la economía china es la más robusta, estable y con mayor índice de crecimiento aún dentro de una crisis generalizada de los mercados económicos a nivel global. Esto es interesante contextualizarlo hoy cuatro años después desde la misma instancia, la justa deportiva más importante del mundo y naturalmente la más voraz en términos de propaganda y penetración mediática. El caso chino representa paradigmáticamente una cultura, una estructura política, una ética y estética social en abierto ascenso.

El caso británico de los juegos olímpicos del 2012 lejos de apreciarse dentro de un intento de vanguardia o renovación socio-política vinculada con la serie de necesidades de cambio presentes de manera general en el continente europeo, el "Reino Unido de la Gran Bretaña" optó por situarse más en el sentido de retaguardia, resguardar y volver a asegurar aquello de lo que han vivido en los últimos 200 años.

Supongo poder entender, bajo el influjo de pertenencia a una cultura tan llena de iconos como la mexicana, consideraciones que desde la distancia advierto arraigadas dentro de la cultura popular de Gran Bretaña; hobbit´s, brujas, épicas medievales, puritanismo anglical o incluso la aún vigente estética neo-victoria que cobija algunos de sus más conspicuos personajes.

Pero el hecho fundamental que colapsa mis intentos en construir un acercamiento, si bien superficial y esquemático hacia mencionado “país” y en consecuencia incrementa mis dudas sobre la naturaleza tanto en objetivos como en condiciones de los juegos olímpicos, aquello que frecuentemente alude a los valores más altos del hombre regidos fundamentalmente por la igualdad es el concerniente al esquema político o de ejercicio de poder de Gran Bretaña: Aún con los enormes cambios sociales que se han dado en los últimos doscientos años a nivel global, resulta sorprendente y por demás ridículo que un sistema de privilegios y poder heredados como naturalmente lo es la idea de monarquía haya mantenido no solo su vigencia, sino su popularidad en el entramado social de Gran Bretaña y más aún que el resto de naciones “democráticas” legitimen tal estructura de poder.

Es decir, en términos absolutos la monarquía representa en el caso específico de la práctica deportiva la negación total de su objetividad demostrativa y esencia competitiva.

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