lunes, 9 de noviembre de 2015

El recordatorio de Luis Buñuel


“Las grandes ciudades modernas: Nueva York, Paris, Londres, esconden tras sus magníficos edificios lugares de miseria, que albergan niños mal nutridos sin higiene, sin escuela, semillero de futuros delincuentes. La sociedad trata de corregir este mal, pero el éxito de sus esfuerzos es muy limitado. Sólo en un futuro próximo podrán ser reivindicados los derechos del niño y del adolescente, para que sean útiles a la sociedad. México, la gran ciudad moderna, no decepciona a esta regla universal. Por eso, esta película está basada en hechos de la vida real, no es optimista y deja la solución del problema a las fuerzas progresivas de la sociedad”.

Prólogo de Los Olvidados, narrado por Ernesto Alonso, 1950.


El 9 de noviembre de 1950 se estrenó en el Cine México la película Los Olvidados. A 65 años del estreno, el filme, como sabemos, es un poderoso e inagotable referente dentro de la historia del cine mundial. Es probable que los intentos del Gobierno Mexicano por desacreditarla o cancelar su circulación por considerar que mostraba una falsa imagen de la realidad mexicana, hablo de los años 50´s y 60´s, se deba a la muy simplificada y cruda naturaleza de la historia ofrecida por Buñuel. El drama expresado y secuenciado es básico y demoledor: El día a día y sin expectativas de ascenso social de personas sumergidas en la crudeza de la pobreza crónica. Me resulta inevitable encontrar puentes estéticos y argumentales del Neorrealismo Italiano dentro de Los Olvidados, pero igualmente me resulta incuestionable acudir al documental, también de Buñuel, "Las Hurdes, tierra sin pan" de 1932, como el genuino y necesario referente de transición para afianzar tanto en lo estético como en lo argumental a Los Olvidados, documental que es anterior a la vanguardia cinematográfica italiana ya citada.

En Los Olvidados Luis Buñuel ofrece paralelamente un testimonio valioso, específico y plenamente vigente del proceso dispar y abrupto de modernización experimentado en la Ciudad de México desde la mitad del siglo pasado, mismo proceso que en el filme se aprecia, apenas, como un germen del monstruo que llegará a ser la Ciudad de México y el resto del país en materia de inequidad y desigualdad social. Los Olvidados resulta ser un muy demoledor recordatorio de cómo aquella entidad, la Ciudad, la cual representando el objeto y el escaparate más importante del progreso, pueda también contener y propiciar en sí un laberinto de degradación, de marginación y pobreza sin límites.

Los Olvidados fue filmada en locaciones reales, entre ellas vecindades y terrenos de los barrios de Nonoalco, llamada por arquitectos y políticos de la época la "herradura de tugurios". En algunas secuencias es apreciable la zona donde actualmente se encuentra el Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco. En otra escena, una de muy grande reconocimiento, donde "el jaibo" representado por Roberto Cobo, rompe con una piedra el tambor del ciego limosnero. La locación de esta escena es en los entonces llanos de la colonia doctores donde se levantaban -observables en la escena- estructuras metálicas, las cuales según mis fuentes, corresponden con la estructura del Centro Médico Nacional.

Sin duda un valioso testimonio del país que intentaba incursionar en un proceso de modernización, el cual hoy, en muchos aspectos podemos reconocer como fracasado.

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