miércoles, 14 de mayo de 2014

Lilith


Lilith, 1976
H.R. Giger (1940-2014).

El pasado lunes murió H.R. Giger. Sin más, pienso en su obra. Me emociona recordar mis primeros acercamientos con su producción gráfica. Regreso a ese crudo asombro producido por una terca geometría monocromática, escenográfica, balanceada por el mito, el horror y un incesante erotismo. Pensar en Giger y su obra es enfrentarnos a una insistencia abrumadora, pero no fácil o superficial, entraña el reconocimiento del principio más básico: la vitalidad del hombre vista y dimensionada desde la tensión del deseo sexual, pero también y de manera simultánea, consciente de la irremediable finitud de lo corpóreo. Necesariamente la serie de trabajos de Giger y dedicada al mito de Lilith, con esa inquietud fantástica, densa, oscura y profundamente lasciva, ilustra muy bien lo que antes señalo. Si nos interesa conocer la obra de Giger, Lilith es el mejor preámbulo. ¿Pero, quién o qué es Lilith? ¿Porqué influenció y motivó a Giger?

Comúnmente se entiende a Lilith como una figura del folclore judío, hoy tenemos la certeza que el mito de Lilith es más antiguo y que proviene de Mesopotamia. La vinculación de Lilith con la cultura judía es de simple entendimiento, ya que se le señala como la primer mujer de Adán, antes que Eva. En ese contexto mitológico hebreo, Lilith es representada como una mujer insurrecta, que por su propia voluntad y temperamento abandonó el Edén y encontró refugio en una área limítrofe con el Mar Rojo, al lado de Satanás, del que fue su amante. Tiempo después, se señala, Lilith se convirtió en un hermoso e hipnótico demonio femenino, profundamente seductor y erótico, pero también perverso, descarnado y sediento de placer sexual. Aún cuando puede ser considerablemente extensa la tarea de rastrear el mito de Lilith, en cuanto a su origen y naturaleza, resulta ilustrativo y de profundo interés para Giger el reto de caracterizarla y darle dimensión gráfica. Otro ejemplo interesante de cara a la representación de Lilith, es el realizado por el escritor Primo Levi:

"La leyenda señala que Adán y Lilit nunca hallaron armonía juntos, pues cuando él deseaba copular con ella, Lilit se ofendida por la postura acostada que él le exigía. ¿Por qué he de acostarme debajo de ti? -preguntaba- yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual. Adán insistió, al grado de obligarla a obedecer, Lilit, encolerizada, pronunció el prohibido nombre de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó."

"A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho de ver a dónde ha podido caer (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, o por vicio o adulterio. Te harás una idea de lo mucho que recibe: por eso está siempre preñada y no hace más que parir."