Ayer domingo las rejas metálicas instaladas recientemente en el taller Hannes Meyer de la Facultad comenzaron a ser desmontadas definitivamente, ésto por decisión propia de quienes las mandaron construir, rejas que la semana pasada todavía continuaban instalando y que los trabajadores UNAM continúan, al menos ayer aun fabricando. He rechazado someter tal acontecimiento a una cuestión de falta de pericia, de entendimiento, de prudencia, de lógica, de funcionalidad o diseño dado a que nosotros (arquitectos) somos especialistas incuestionables en ello. He considerado apropiado entenderlo como la alusión a una actitud primitiva simbólica, no atada a mayor pretensión que a la de reflexionar sobre lo mucho que como sociedad hemos evolucionado.
lunes, 3 de mayo de 2010
domingo, 7 de marzo de 2010
Narrativa Borgeana
El empleo de referencias literarias para definir atmósferas, relaciones espaciales encuentra en la obra de Borges un distinguido ejemplo. Hay algunos casos donde es evidente la narración de estructuras espaciales complejas y altamente simbolizadas, en otros es por completo el motivo. Estructuras que se ofrecen imbricadas con historia, ficción o realidad y aluden a un conocimiento extraordinario de recursos iconográficos, simbólicos y retóricos, mismos que enfatizan ideas espaciales con un alto y complejo valor descriptivo. Revisemos a continuación un par de fragmentos en los cuales es evidente la preocupación genuina y tan magníficamente desarrollada de Borges por brindar referencias de relaciones espaciales, a manera de auxiliares en su estructuración literaria.
La Biblioteca de Babel, Publicado originalmente en "Ficciones" (1944).
"El universo -que otros llaman biblioteca- se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexagono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribucion de las galerias es invariable. veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie, otro, satisfacer las necesidades finales. Por haí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?; yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: Transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante."
El Inmortal, fragmento. Publicado originalmente en el "Aleph" (1949).
"Emergí a una suerte de plazoleta; mejor dicho, de patio. Lo rodeaba un solo edificio de forma irregular y altura variable; a ese edificio heterogéneo pertenecían las diversas cúpulas y columnas. Antes que ningún otro rasgo de ese monumento increíble, me suspendió lo antiquísimo de su fábrica. Sentí que era anterior a los hombres, anterior a la tierra. Esa notoria antigüedad (aunque terrible de algún modo para los ojos) me pareció adecuada al trabajo de obreros inmortales. Cautelosamente al principio, con indiferencia después, con desesperación al fin, erré por escaleras y pavimentos del inextricable palacio. (Después averigüé que eran inconstantes la extensión y la altura de los peldaños, hecho que me hizo comprender la singular fatiga que me infundieron.)"
"Este palacio es fábrica de los dioses, pensé primeramente. Exploré los inhabitados recintos y corregí: Los dioses que lo edificaron han muerto. Noté sus peculiaridades y dije: Los dioses que lo edificaron estaban locos. Lo dije, bien lo sé, con una incomprensible reprobación que era casi un remordimiento, con más horror intelectual que miedo sensible. A la impresión enorme de antigüedad se agregaron otras: la de lo interminable, la de los atroz, la de lo complejamente insensato. Yo había cruzado un laberinto, pero la nítida Ciudad de los Inmortales me atemorizó y repugnó. Un laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres; su arquitectura, pródiga en simetrías, está subordinada a ese fin. En el palacio que imperfectamente exploré, la arquitectura carecía de fin. Abundaban el corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas, con los peldaños y la balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros, en la tiniebla superior de las cúpulas."